BASILEA 3 - VALENCIA 0
El Basilea silencia al Valencia
Los de Pizzi fueron arrollados por el conjunto suizo en un encuentro celebrado a puerta cerrada y están obligados a una remontada heroica en la vuelta.
En Valencia se hablaba desde hace días de Turín (sede de la final) cuando ni tan siquiera se había visitado Basilea. Y claro, pasa lo que pasa. Partido a partido, que es tendencia y sabiduría. Matías Delgado, centrocampista argentino que colocó Yakin de falso ‘9’ por la baja de Streller, y Stocker dejaron a los blanquinegros como las gradas del St. Jacob Park: mudos. A los de Pizzi les tocará remontar un 3-0 en Mestalla (que se dice pronto) o despedirse de Europa y de la temporada (que se dice pronto también).
El Valencia salió a jugar en su versión española. La de un equipo que dista a ser aspirante a llegar lejos en nada. El Basilea fue ganándole la pelota, el terreno, la moral. Ni jugando con 4-1-4-1 ni con 4-4-2. Los de Pizzi llegaban tarde y mal a casi todas, sobre todo un Joao Pereira desbordado. Para colmo se lesionó Senderos y el técnico tuvo que improvisar un central, porque se giró y en el banquillo no había ninguno. Optó por Barragán, su chico para todo.
En cuatro minutos Matías Delgado desmontó el mito del miedo escénico. Al fútbol se juega en el césped y no en la grada. Y cuando uno lo hace mejor, suele ganar. Y eso hizo el argentino, adelantar a los suyos e impartir justicia. Al menos hasta ese instante, porque en el cómputo global el Valencia mereció algo más. Lo dicho, Delgado se estrenó este año e Europa primero con un perfecto disparo desde la frontal y después remantando un excelente centro de Stocker. En ambos goles la defensa che hizo aguas. Perdida, rota, sin mordiente.
A base de esos golpes despertó el Valencia. Con Bernat, Parejo y Vargas, principalmente. Pizzi logró que los suyos estiraran líneas en busca de un gol que valía por dos. Lo tuvo cerca Alcácer y, sobre todo, el mencionado Vargas. El chileno en varias ocasiones, múltiples. No fue su día. Hasta Keita se encaró con él por no chutar antes en una de llas. Barragán intercedió entre ambos. Hubiera sido el colmo que se enzarzaran, aunque al malí no le faltaran razones. Curiosamente fue Keita el último que tuvo el gol en sus botas. Y también lo perdonó.
Precisamente eso fue lo que no hizo Stocker. El capitán suizo no perdonó. Mazazo. El capitán del Basilea, con el tiempo ya cumplido, pilló un contragolpe y tras zafarse de Barragán, superó con facilidad a una estatua llamada Guaita. 3-0. Posiblemente el Valencia obtuvo respuesta en Suiza a una pregunta que se hacía Joaquín Sabina: “¿Quién me ha robado el mes de abril?” Al Valencia, si no le da la vuelta al 3-0, el Basilea.