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Zico

“Con 18 años dejé el fútbol cuando no me llamó Brasil”

Considerado uno de los mejores jugadores de la historia de Brasil, Zico es una voz autorizada para hablar de Mundiales ahora que se acerca el de la cita brasileña.

Actualizado a
En los últimos días Zico se ha dejado ver en el carnaval de Río de Janeiro, donde fue aclamado por los aficionados al fútbol.
Reuters

—¿De verdad sus entrenadores juveniles le veían pequeño para jugar al fútbol?

—Cuando asomé por el primer equipo de Flamengo me llamaban gallo por ser pequeño. Se reunieron algunas personas que trabajaban en el club y decidieron potenciar mi físico y mi alimentación. Hice un trabajo específico de 15 a 17 años que me sirvió para desarrollarme.

—¿Por eso Zagallo no confió en usted en sus inicios?

—No es que no confiara en mí, es que yo era joven. El paraguayo Solich ya había contado conmigo, pero en ese momento jugaba Dida, que era uno de los mejores jugadores del equipo y uno de mis ídolos. Es normal que Zagallo tuviera paciencia con los jóvenes. Después llegué a jugar con él en diversas posiciones y torneos.

—Y tanto. Fue campeón de la Libertadores y de la Intercontinental tras derrotar al Liverpool. Un hito histórico.

—Sin duda. Fue uno de los mejores equipos de la historia del fútbol brasileño. Casi todos jugamos en la selección, ganamos la Libertadores, la Intercontinental, el Brasileirao, varios torneos de relevancia en España... En cinco años ganamos más títulos de los que había ganado Flamengo hasta entonces.

—Por contra la experiencia en Europa, en concreto en Udinese, no le salió del todo bien.

—Para mí fue importante. Era otra cultura, me convertí en un jugador muy maduro y lo considero clave para mí. El primer año fue muy bueno; en el segundo el presidente decidió vender a jugadores importantes a otros equipos. La decepción en ese segundo año fue grande porque simplemente jugamos por no descender.

—Era la época en la que Italia reunía a los mejores jugadores del mundo, incluido usted.

—Todos los grandes nombres de los más importantes países estaban allí. Fueron los mejores años de la historia del campeonato italiano. Había brasileños, argentinos, alemanes, ingleses, escoceses, polacos...

—¿La lesión que sufrió a su vuelta a Brasil frenó demasiado su carrera?

—Por desgracia estas cosas pasan. En uno de los primeros partidos recibí una entrada violenta y me operé hasta tres veces. Aún así conseguí recuperarme, jugar y volver a ser campeón en Brasil. Sin embargo, comencé a tener problemas musculares que me hicieron perder la alegría por los entrenamientos y por jugar.

—Después destacó incluso como ministro de Deportes de Brasil. ¿Cómo surgió eso?

—Nunca entré con sentimiento político. Yo quería ayudar, pero era un trabajo por el bien del deporte de Brasil. El proyecto era muy bonito e hicimos una ley que ayudó mucho a nuestro deporte. A partir de ese momento varias modalidades comenzaron a crecer: voleibol, natación, atletismo... Entendí que ese era mi área. Pero yo nunca me sentí político. Cuando no tuve más motivo para estar, me fui.

—Siempre se movió por impulsos. ¿Es cierto que dejó el fútbol al verse fuera de la lista para los JJ OO de 1972 ?

—Claro. Fue el único momento de mi carrera en el que lo dejé. Habíamos peleado desde el 71 y nos habíamos clasificado para los JJ OO de Múnich. Sin embargo, Zagallo me dejó fuera. Estuve un mes o dos sin jugar. Fue el propio seleccionador el que dijo a Flamengo que volviera. Lo hice y acabamos siendo campeones de liga, pero por desgracia no fui convocado. Me dolió.

—Su primer Mundial, de hecho, llegó en el 78, en Argentina. Equipo raro aquel.

—Sí, era una selección con muchos problemas que fue definida prácticamente a las puertas del Mundial. Nos tocó en una sede dura como Mar del Plata. El campo era muy malo y el césped estaba muy alto, algo que creo que hicieron a propósito. Acabamos sufriendo mucho. Lo pasamos mal contra Suecia y contra España. Empatamos los dos partidos, aunque luego conseguimos clasificarnos. Por fortuna después fuimos a Mendoza, donde el campo y la ciudad eran mejores.

—Sin embargo, en la segunda fase quedaron fuera tras el famoso 6-0 de Argentina a Perú. ¿Qué le pareció?

—Argentina era una selección muy buena y podía ganar por goleada a cualquiera. Lo que nos sorprendió a todos fue que Perú estaba haciendo un gran Mundial y ese día estuvieron especialmente desmotivados. Habían jugado contra nosotros y habíamos sufrido. La facilidad con la que los argentinos llegaron al área peruana nos sorprendió, es cierto.

—En realidad su generación se recuerda más por el Mundial 82. No lo pudieron ganar, pero dejaron huella.

—Fue una selección que entró en la historia de otra forma, sin ganar. Era un gran equipo que jugaba bien, como Hungría en el 54 u Holanda en el 74. Caímos eliminados a manos de otra gran selección, Italia, que luego fue campeona del mundo. Yo creo que Brasil jugó un torneo, no un Mundial. Nos importaba más jugar bien que el resultado final. Esa era la filosofía del entrenador. La gente estaba feliz con nosotros y sin duda que dejamos huella. Pero lo que marca siempre es ganar, no importa la forma.

—Lució el 10 que había dejado Rivelino y la gente le apodó el ‘Pelé blanco’. Casi nada...

—Siempre es una gran responsabilidad llevar el 10 de Brasil. En mi caso lo había llevado el mejor jugador de la historia, Pelé. La gente me lo recordaba y hubo comparaciones que lo complicaban más. Pero yo, gracias a Dios, no me dejé llevar e hice mi trabajo.

—Ante Escocia dejó un gran gol de falta. ¿Siempre fue un especialista en la materia?

—En el Flamengo vi que tenía esa cualidad y me entrené mucho. Metí bastantes goles de falta, algunos importantes como aquel. Me gustaba.

—¿El Brasil-Argentina de España 82 les sirvió de revancha con los argentinos por lo sucedido cuatro años antes?

—No, tampoco fue una revancha. Eran momentos para pensar en la victoria y pasar de ronda. Fue un partido que también pudo caer del lado argentino. Ellos tenían grandes jugadores que venían de ganar el Mundial, además de a Maradona, su gran esperanza. Jugamos muy bien y aprovechamos nuestras oportunidades.

—Y lograron desquiciar a Maradona.

—No preparamos ningún marcaje especial hacia él, no era la característica de Tele Santana. Hizo una dura entrada a Batista y vio la roja. Antes Pasarella ya tenía que haberla visto.

—Hasta que llegó Italia. Les valía un punto, Zico.

—Pues sí. No supimos mantener durante más tiempo los empates. Cada vez que empatábamos nos metían un gol. No jugamos 20 ó 30 minutos igualados, sino siempre en desventaja. Mucha gente cree que cada vez que empatamos debimos aguantar más atrás. Pero aquel equipo no sabía jugar de otra forma que no fuera pensando en la victoria.

—¿Fue el triunfo del ‘catenaccio’ sobre el ‘jogo bonito’?

—Tampoco creo que Italia tuviera un estilo únicamente defensivo. A nosotros nos marcó tres goles y después también se los hizo a Alemania en la final. Lo había pasado mal en la primera fase y por eso no era muy considerada como favorita. A nosotros sí nos pusieron esa etiqueta ante Argentina e Italia y los italianos lo aprovecharon muy bien. Fue una gran decepción porque todos pensábamos que podíamos haber sido campeones.

—Sí, porque al Mundial de 86 ya llegó casi como reserva.

—¡No! Yo me consideraba titular. El problema es que tenía muchos problemas físicos. Recuerdo el partido ante España de la primera fase. El gol de Míchel. La pelota entró. Son ese tipo de acciones que la tecnología podría ayudar a solucionar. También pasó con el famoso gol de Maradona a Inglaterra.

—Cayeron ante la Francia de Platini en cuartos.

—Los dos equipos tuvimos muchas oportunidades. En los penaltis estas cosas pasan. Los habíamos entrenado mucho durante el torneo. Por desgracia nos quedamos fuera. Todo el mundo decía que Francia ganaría el Mundial y tres días después Alemania les mandó a casa. Así es el fútbol.

—Desde luego. Ahora que es entrenador lo sabrá mejor que nadie. ¿Qué tal le va?

—Empecé en Japón. El salto al banquillo tras 15 años jugando fue la mejor experiencia de mi vida. Después en Fenerbahçe, CSKA, Olympiacos, Irak, Uzbekistán y recientemente en Qatar. Es una forma de estar unido a mi gran pasión. Trabajar y enseñar a los demás me enriquece. Me gusta.

—En unos meses verá el Mundial de Brasil y podrá seguir enseñando. ¿Qué espera?

—Brasil juega en casa y es el favorito. Ya ha demostrado en la Confederaciones que es un equipo muy fuerte. Sabe que tiene que ganar porque juega en casa. Los grandes adversarios van a ser Argentina y España. Y no me olvido de Uruguay, Alemania e Italia.