SANT ANDREU 0 - ATLÉTICO 4
Arda se luce y el Atleti no frena
Los de Simeone no bajaron la intensidad ante el Sant Andreu y golearon con doblete del turco (el segundo de mucha calidad). Raúl García y Villa completaron la goleada.
El Atleti no distingue escenarios, lo mismo le da el Bernabéu que el césped artificial del Narcís Sala. Simeone exige siempre igual intensidad, el mismo compromiso, la máxima concentración, y el Sant Andreu lo descubrió por las malas. No disfrutó de esos clásicos minutos de sesteo de Goliat en los que David sueña con sacar la honda y, de tarde en tarde, acertarle en la frente. No tuvo opción. A los 27 segundos Raúl García ya estaba rozando el gol y a los 13 minutos levantando los brazos para festejar. A partir de ahí, fue un martilleo constante y agotador, un bulldozer esperando en la frontal del área. Y Arda, claro. Y Arda.
Llevaba el turco unos partidos mustio tras superar una lesión muscular. Un trámite ante un Segunda B no parecía el panorama idóneo para que volvieran las musas, pero los genios se iluminan cuando menos te lo esperas. A Arda, chico de barrio, debió gustarle el popular ambiente de Sant Andreu: fiesta en la calle y afición en las terrazas, restos de autenticidad en este fútbol moderno de peluquería y boutique. Esos felices prolegómenos del partido son lo mejor de estas primeras rondas de Copa, lástima que los ahogue sin remisión el doble partido.
Otro que se siente cómodo alejado del glamour es Raúl García, el que marca cada día. A los 13’ remató de primeras un gran centro de Filipe para conseguir su octavo gol de la temporada. Ya ha mojado en Liga, Champions y Copa y el brazalete de capitán, que en otro tiempo le hubiera quedado extraño, le sentó ayer como si lo llevara tatuado. Simeone decidió librar esa batalla, pero el que la ha ganado ha sido él, Raúl García, futbolista modélico.
El Atlético, que había juntado de inicio su centro del campo más talentoso (Tiago, Koke, Arda y Óliver) demostró que sus artistas tienen alma de curritos. Durante la primera parte, corrió, bregó y pegó más que el humilde Sant Andreu, que no lograba mantener la pelota diez segundos seguidos. Óliver alternó los detalles que enamoran a la afición con los errores innecesarios que desesperan a Simeone. No salió de Barcelona con más méritos de los que llevó.
Sí lo hizo Manquillo, sin problemas en defensa y convincente en ataque. Él asistió a Arda para que marcase a placer el 0-2, después de que Koke rompiese el fuera de juego con un pase delicioso. La exigencia del partido no permite sacar demasiadas conclusiones de su audición como mediocentro, pero esa opción sigue apareciendo en el futuro como una tentadora apuesta si llega un mediapunta en el mercado invernal.
Tras el descanso, el Atleti bajó una marcha. Sólo una. El 0-3 acabó llegando en una fantástica jugada con taconazos de Adrián y Raúl García dentro del área antes de que Arda regalase una delicatessen. Amagó hacia un lado y, cuando toda la defensa corría hacia la derecha como si allí les esperase la presentadora del sorteo del Mundial, giró sobre sí mismo hacia el lado contrario y marcó con insultante suficiencia. Qué jugador.
El tramo final sirvió para que el Sant Andreu soñase con su gol y Aranzubia tuviera una foto de su debut. En dos córners consecutivos, Carroza remató al palo y Francis obligó a trabajar al portero. Para poner el broche a la tarde, Simeone dio unos minutos a Villa y Diego Costa. El Guaje marcaría el cuarto tras una pared con su socio y un rechace amable. Costa rozó el gol tres veces en 20 minutos y se fue frustrado. Otro que no distingue escenarios. Así es el Atleti.