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MARACANÁ SIN FIESTA

El Maracaná prohíbe tambores y banderas y desata la polémica

Las aficiones de los grandes equipos de Rio de Janeiro se unen contra la prohibición de la fiesta en la grada del histórico estadio y ganan el apoyo hasta de la policía.

La afición del Botafogo en el Maracaná, en un partido del 2008.
Sergio MoraesREUTERS

El fútbol brasileño está a punto de perder una de las características más excepcionales de la cultura de su afición. La sociedad que administra el Maracaná ha desatado enorme polémica esta semana en el país al anunciar la implementación de una serie de normas para cambiar radicalmente el comportamiento de la grada. Serán prohibidas las banderas y los tambores, además de acompañar los partidos de pie y sin camisa.

“Vamos hablar con los representantes de los grandes equipos para intentar cambiar las costumbres de los aficionados”, afirma el presidente del Consorcio Maracaná S/A, João Borba, que ha anunciado también la instalación de rejas para separar las aficiones en diferentes sectores de la nueva grada.

Pocas imágenes representan mejor el fútbol brasileño que el Maracaná en fiesta. La grada llena de banderas y la afición saltando y bailando al sonido de los tambores que marcan el ritmo de las canciones de los cuatro grandes equipos de Río de Janeiro. Un espectáculo que hace, literalmente, temblar el suelo del estadio.

Pero los administradores del gigante construido para el Mundial de 1950 quieren adaptar la conducta de los hinchas al perfil moderno y europeo del ‘nuevo’ Maracaná. De los 200.000 aficionados que se amontonaban por una grada inferior y un anfiteatro, el estadio se ha transformado desde la reforma que supuso unos gastos de 400 millones de euros. Ahora hay una grada unificada con aforo de 66.000 espectadores, todos sentados.

La preocupación del consorcio es contener la violencia y evitar el vandalismo dentro del estadio, pero el jefe del Grupo Especial de Operaciones en Estadios (GEPE) de la Policía brasileña afirma que las banderas y tambores no presentan peligro y que desconoce motivos de seguridad para que las medidas sean implementadas.

“Banderas e instrumentos musicales no han generado problemas en los estadios”, testifica el coronel João Fiorentini, comandante del GEPE. “Las aficiones traen todo este material por la mañana, en camiones. No son usadas en peleas ni dentro ni fuera del recinto. No tengo argumentos que justifiquen prohibir la entrada de banderas y tambores en los estadios”, afirma Fiorentini.

Una reunión entre los administradores del estadio, el GEPE y la Federación de las Aficiones Organizadas de Río de Janeiro (FTORJ) está marcada para los próximos días para discutir el tema. Apoyada en los argumentos del GEPE, los aficionados esperan convencer la sociedad que ha ganado la licitación para administrar el Maracaná los próximos 35 años de que todavía queda sitio para las viejas tradiciones en los estadios modernos.

“Mucho se habla de estadios con ‘patrón FIFA’, pero la afición sigue siendo brasileña”, clama Carlos Francisco Ribeiro, 41 años, hincha del Botafogo, equipo donde actúa el exmadridista Seedorf. “El fútbol en Brasil es una diversión multitudinaria, una fiesta del pueblo. Aunque ir a los estadios sea cada vez más un privilegio de las élites, no se puede cambiar nuestra forma de apoyar a los equipos”.

La reapertura del Maracaná para los equipos cariocas será el próximo 21 de julio, con el clásico entre Fluminense y Vasco. Y parte de la afición entiende que, tarde o temprano, cambios serán necesarios.

“En muchos países, como Inglaterra, la afición tuvo que aprender a sentarse y apoyar sus equipos de una forma diferente”, explica el publicitario Paulo Gontijo, 31 años, del Fluminense. “Antes los estadios eran diferentes y ahora es natural que nos adaptemos a ellos, pero sin cambiar radicalmente nuestra forma de apoyar. Hay que encontrar un medio término”