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Detrás del éxito

Me alegra conocer los recientes buenos resultados de los velocistas españoles, como el récord de España de 200 m de Sergio Ruiz (20.51) o la marca de Estela García en 100 m (11.42). Conozco a estos atletas y también a sus respectivos entrenadores, Sebastián Conesa y Luis Sevillano, y me consta el duro trabajo que realizan para lograr estos éxitos. Son entrenadores vocacionales, de pista, apasionados, que no cuentan con los privilegios de los centros de alto rendimiento. Pero al mismo tiempo, mi satisfacción por los logros de estos atletas se empaña al conocer en qué condiciones han de entrenar, lo cual se hace extensivo a muchos de nuestros mejores atletas.

Estela García tiene mucho mérito. En 2011 cometió un importante error, de forma consciente o inconsciente, lo admitió y cumplió su sanción. Creo que aprendió entonces muchas cosas.

Pero el caso es que Estela García podía entonces haber dejado definitivamente el atletismo. Su situación era más que complicada. Cambió de ciudad, de entrenador, de grupo. Empezó de cero. Al principio, sus nuevos compañeros de grupo no la admitían. Recelaban de su pasado. Ahora la tienen como un ejemplo de entrega en los entrenamientos. Y está obsesionada por el atletismo limpio, el que practica. Luis Sevillano apostó, arriesgó y el resultado ha sido más que bueno. Pero lo peor de todo es saber qué hay detrás de esa gran marca de Estela García en los 100 m. Ha estado mucho tiempo sin cobrar nada del atletismo. Su dura vida es estudiar odontología por la mañana, trabajar luego de pie muchas horas por la tarde en unos grandes almacenes y llegar a entrenar por la noche. Eso ha hecho que muchas veces se quede sola en la pista, a más de las 10 de la noche, haciendo series. Es la mujer más rápida de España pero con lo que gana del atletismo no tiene casi para nada. Esas son sus condiciones de entrenamiento.

Lo peor es que la mayoría de nuestros mejores atletas están en parecida situación. Muchos han pensado en dejarlo. La tensión es grande. Así es casi imposible dedicarse al alto rendimiento. Las becas son ridículas, cada vez más recortadas, y se cobran tarde, mal o nunca. Mientras, el presidente de la Federación, José María Odriozola, sigue cobrando un desmesurado sueldo de ejecutivo, tanto en un mes como la mayoría de nuestros mejores atletas con su beca de todo un año. Me parece inmoral. Pero muchos callan, unos por miedo, otros por desánimo y otros porque han admitido que, como estamos en crisis, hay que resignarse y aceptarlo todo. Grave error. De eso viven los poderosos, de nuestra resignación.

Todo mi ánimo para nuestros atletas. Y que nadie interprete en esta columna una defensa de una atleta que un día se equivocó, como tantos otros. Eso nunca. No os confundáis. Lo que hago es aplaudir ahora sus aciertos presentes, su mérito por haber elegido el mejor camino. Para mí es lo más importante. Es simplemente un elogio a una atleta que, ahora, es un ejemplo de esfuerzo y lucha contra las adversidades. Como tantos y tantos de nuestros sufridos y honestos atletas.