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BETIS 4 - ZARAGOZA 0

El Betis, a centímetros de Europa y el Zaragoza roza el descenso

Un gol postrero del Rayo impidió que el Betis certificara su regreso a Europa. Los verdiblancos pasaron por encima de un pusilánime Zaragoza.

Sevilla
El delantero del Real Betis, Rubén Castro (c), celebra su gol junto a su compañero Jorge Molina, durante el partido de Liga, correspondiente a la jornada trigésimo séptima en Primera División, que Real Betis y Real Zaragoza disputan, esta tarde, en el estadio Benito Villamarín, en Sevilla.
El delantero del Real Betis, Rubén Castro (c), celebra su gol junto a su compañero Jorge Molina, durante el partido de Liga, correspondiente a la jornada trigésimo séptima en Primera División, que Real Betis y Real Zaragoza disputan, esta tarde, en el estadio Benito Villamarín, en Sevilla. Julio MuñozEFE

Un gol postrero del Rayo, al que la UEFA no da licencia de momento, impidió que el Betis certificara ayer que volverá a exhibir sus colores y su tremenda afición por Europa. Los verdiblancos pasaron por encima de un Zaragoza pusilánime, sin alma, que no parecía jugarse la vida en el envite y que, a pesar de su pésima imagen, mantiene un hilo de esperanza en la pelea por evitar el descenso. Necesita vencer en la última jornada y que no lo hagan los dos equipos que le preceden, Depor y Celta. Si juega la mitad de mal que ayer, que se vaya despidiendo.

Al Curro y casi EuroBetis le salió la tarde redonda, la de las risas y el sufrimiento, las emociones y lo práctico, los héroes y los récords. Entrelazados en esto último, uno de los futbolistas principales en la reciente historia heliopolitana, un delantero que ha entrado de cara al santoral: Rubén Castro. En conexión con su pareja inseparable de estos años, Jorge Molina, el delantero canario igualó el gol bético más rápido en la historia de la Liga, 13 segundos marcaba el reloj en un Villamarin repleto de gente y , ya desde el inicio, de locura (1-0, 13''). Tan enchufado estaba Rubén que a los 15 minutos ya había pisado el área zaragocista con peligro media docena de veces y a los 17 asistía a Pabón para acabar de poner el partido y Europa a los pies del Betis. Salva Sevilla, inspiradísimo entre líneas, burlaba a Apoño y Jose Mari y Abraham, lateral zurdo blanquillo, era la cara impotente del equipo de Jiménez, al que Rodri, un exsevillista, a punto estuvo de meter en el partido cuando se llegaba la descanso. Increíble que no rematara ese centro.

Hubiera sido injusto, por el sinfín de ocasiones que había coleccionado el Betis, y tal vez un espejismo. A poco de salir del vestuario, Jorge Molina ponía colofón a su buen partido y temporada con el 3-0, en otro despiste múltiple de la nefasta defensa visitante. Al Zaragoza le quedaba orgullo, algún arreón de furia de Postiga y muchos minutos de penitencia por delante, aderezados por el cuarto y segundo de Pabón (su mitad de temporada tiene mucho que ver en la clasificación europea del Betis) y por un puñado de contragolpes que pudieron acabar de hacer escandaloso el marcador. El Betis, milagro de Mel, está a centímetros de Europa, un punto ante el Levante, o que no gane el Rayo, o que la UEFA no perdone a los franjirrojos (o el Málaga) bastaría. El Zaragoza de Jimenez al menos tiene eso: seguir apelando al milagro.