GRECIA
El Olympiacos da a Míchel su segundo título: la Copa de Grecia
El Olympiacos se alzó hoy con la Copa de Grecia tras vencer en la final al Asteras de Trípoli (1-3) y dio a Míchel su segundo título de la temporada.
El Olympiacos se alzó hoy con la Copa de Grecia tras vencer en la final al Asteras de Trípoli (1-3) y dio a su técnico, el español José Miguel González ''Míchel'', su segundo título de la temporada y de su carrera como entrenador.
El partido, que dio al club blanquirrojo su 26ª copa, no fue brillante y además tuvo polémica, ya que el Asteras reclamó al menos dos penaltis. Míchel se encontró con la Superliga casi amarrada tras ser contratado en febrero para sustituir al portugués Leonardo Jardim, quien dirigió el equipo a la cabeza de la clasificación pero cuyo juego no terminaba de gustar, además de haber sufrido ciertos líos con la dirección del club del Piréo.
Por ello al exjugador del Real Madrid, que llegó a la final tras ser sometido a una doble operación de vesícula en poco más de dos semanas, le resultaba primordial alzarse con la Copa y fortalecer así su imagen como entrenador. La final de Copa de Grecia era además un duelo con claro sabor latino, pues en el banquillo del equipo tripolitano se sienta, como adjunto el también español Rubén Sellés, y en su plantel hay numerosos jugadores españoles y argentinos.
El duelo comenzó con el Olympiacos ejerciendo su papel de líder y dominando en ataque, pero las primeras ocasiones de verdadero peligro llegaron de la mano del Asteras cuando el argentino De Blassis, solo en el área, cabeceó un córner que sólo salvó una mano milagrosa del portero norirlandés Carroll.
Pocos minutos después, Carroll volvió a detener una internada del equipo de Trípoli, pero el balón quedó suelto en el área y el español Rubén Rayos, ante la pasividad de la defensa del Olympiacos, lo envió al fondo de las mallas. Tras el gol, la escuadra del Peloponeso, sabedora de su inferioridad técnica, se echó hacia atrás, dificultando los ataques del Olympiacos, que buscaba sin cesar a un Mitroglou que no estaba nada acertado a la hora de finalizar las jugadas. En toda la primera parte, de nueve disparos, los de Míchel sólo consiguieron dirigir tres a puerta.
El Olympiacos, a pesar del espesor que dominaba su juego, finalmente consiguió sobreponerse y tuvo que ser también gracias a un español, David Fuster, que incorporándose desde atrás remató un centro desde la altura del punto de penalti para poner el empate en el marcador. Mientras, en la grada se disputaba una guerra diversa por la nefasta costumbre de los hinchas griegos de pasarse el partido encendiendo bengalas y lanzando atronadores petardos.
El Asteras de Trípoli, que no por modesto se amilanaba -ha conseguido pasar a lo alto del campeonato heleno tras tan sólo 6 temporadas en la máxima división-, salió en la segunda parte dispuesto a volver a adelantarse en el marcador: sus jugadores subían la pelota y construían el juego mejor que los del Olympiacos, gracias a un notable Rayos, capitán de los tripolitanos, y a Ximo Navarro por la banda derecha.
De hecho, el conjunto dirigido por Sakis Tsiolis debería haberse adelantado en el marcador, pero el colegiado griego no vio cómo el defensa del Olympiacos Yannis Maniatis despejaba desde debajo de los palos y claramente con un codo un remate de cabeza de Sankare. Para dar algo más de mordiente a su equipo y sacarlo del espesor, Míchel decidió introducir al centrocampista Ibagaza y retirar a uno de sus defensas, pero su equipo no terminaba de resucitar, así que en menos de quince minutos realizó los otros dos cambios que le restaban (haciendo entrar al argelino Djebbour y al colombiano Pino) para ver si podía lavarle la cara a su ataque.
Con los tres nuevos cambios unidos al ataque, el Olympiacos ganó potencia ofensiva y, hacia el final del tiempo reglamentario, a punto estuvo de adelantarse gracias al colombiano en un par de ocasiones, en jugada primero y de disparo de falta luego.
Por si fuera poco a Míchel se le lesionó uno de sus defensas, Holevas, pero a falta de cambios y dado lo igualado del partido, le hicieron seguir en el campo, doliéndose, cojeando y con toda la prórroga por delante, porque el tiempo reglamentario concluyó en empate. A pesar de todo, el Olympiacos salió convencido de que debía rematar el partido en cuanto pudiese y se echó arriba con todo su armamento.
La táctica dio sus frutos y un saque de córner bien rematado por Fuster pero repelido por el portero del Asteras fue aprovechado por Djebbour para poner el 1-2. Míchel por fin sonreía en la banca.
El final del partido fue tremendamente polémico: los jugadores del Asteras reclamaron un penalti por derribo de uno de sus jugadores en el área, que el árbitro no señaló, aunque sí lo hizo en la siguiente jugada, pero a favor del Olympiacos. Abdoun marcó la pena máxima y sentenció el partido, que terminó enseguida con un enfrentamiento entre jugadores de ambos equipos y los seguidores del Asteras arrojando al campo todo lo que tenían a mano.