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Omar de Felippe: "Mi familia y el fútbol me han salvado la vida"

Hace 31 años muchos soldados murieron en la guerra entre argentinos y británicos en las Malvinas. Omar De Felippe, entrenador del Quilmes, estuvo en el campo de batalla.

De Felippe.
Claudio Bejarano

¿Qué sucede cuando llega abril? Es un mes duro para usted?

Cada abril es especial, cayeron muchos amigos, y nunca dejas de recordarlos...

¿Cómo empezó su participación en la guerra?

El 9 de abril de 1982, una semana después de que el ejército tomara Puerto Argentino, un soldado le dio a mi madre una cédula de citación para mí. A ella se le caían las lágrimas, lloraba de preocupación.

Cuénteme del viaje a Malvinas.

La salida del regimiento fue entre festejos. La gente nos alentó hasta el Palomar. Pero al poco tiempo ya sentía incertidumbre, miedo... Yo hablo con mucho respeto para que no se olvide lo que pasó. Siempre digo que el fútbol me enseñó a no rendirme.

¿Y cómo siguió su travesía?

En el aeropuerto todo cambió. En las cinco o seis horas que duró el viaje, creo que casi no pronuncié una palabra. Era otra realidad la que íbamos a empezar a vivir. Recuerdo que desembarcamos en la Isla Soledad y caminamos durante 10 kilómetros. La primera imagen siempre la recuerdo, porque era un agujero en la pared de una casa.

¿La guerra es como uno se lo imagina desde fuera?

No, yo no me imaginaba la guerra así. Mirando un combate, parecía una película. No le miento. Hasta había momentos de belleza por la trazante del fuego. No llegas a ver a la gente, ves las cosas que se tiran. Tiene de todo una guerra... El peor momento fue cuando sabíamos que estaban los gurkhas dando vueltas por la noche y te acostabas con el arma sin seguro en el pecho.

¿Cómo fue la experiencia de ver morir a compañeros?

Es terrible. Yo recuerdo todo porque lo viví y esas imágenes estarán siempre presentes.

¿Qué recuerda del 14 de junio, cuando finalizó la guerra?

Nosotros estábamos volviendo del frente. La guerra se había terminado, pero durante unos 10 kilómetros, nos seguían disparando... Volvimos a Argentina y estuvimos dos días aislados en Campo de Mayo. Mi familia fue clave. Y el fútbol me salvó la vida.

Cuando empezó a jugar en Huracán, ¿en el vestuario le preguntaban?

Sí, me hizo bien contarlo.

¿Y luego como entrenador? ¿Se hablaba del tema?

Alguno que otro, pero poco. ¿Sabe qué?

¿Qué?

La guerra empezó un 2 de abril. Un día antes de que yo cumpliera 20 años. Pero insisto, gracias al fútbol, no me hundí y pude salir adelante.