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BARCELONA-PSG

Messi, clavo ardiendo del Barça

El París Saint Germain pasó por encima del equipo de Vilanova en el primer tiempo y se puso por delante, pero la entrada del argentino reactivó al equipo y Pedro lo salvó.
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Los jugadores del Barcelona celebran el gol de Pedro que les clasificó.
Los jugadores del Barcelona celebran el gol de Pedro que les clasificó.AFP

Se han acabado las Champions aquellas en las que el Barcelona tenía dos opciones. O liquidaba rivales como quien espantaba moscas o caía eliminado con aire de impotencia ante muros defensivos insuperables. Ahora, este equipo juega peor, pero a cambio sabe sufrir y ha ganado en épica. Y en ese escenario, el Barça mantiene viva la figura de Pedro como desatascador de partidos complicados e importantes. El canario marcó el gol que permite al Barcelona jugar su sexta semifinal consecutiva de la Liga de Campeones. Probablemente, la más sufrida de todas. El empate a uno ante el París Saint Germain se logró a base de sudar sangre y arriesgar a un Leo Messi que, a pesar de ir cojo y jugar caminando es tan escandalosamente bueno que por si solo cambió el decorado de una obra que apuntaba a tragedia y que acabó en un happy end.


Pedro sigue siendo el nexo de unión entre ese Barça que lo ganaba todo y el actual, que sigue ganando, pero sin la superioridad de su primera versión. Cuando ese Barça se veía en problemas, fuera en la final de Abu Dabi ante Estudiantes de La Plata o en Mónaco ante el Shakhtar, siempre emergía el gol salvador de Pedro. Ayer el canario volvió a acudir puntual a su cita con la épica. Pero a Pedro le hace falta, como pasó en esas otras ocasiones, un socio majestuoso como es Leo Messi. Media hora de Leo es mucho. Aunque sea sin forzar, sin poder hacer cambios de ritmo y sin chutar. La salida de Messi al campo intimidó al rival y desató el factor Pedro. Ese que ha salvado al Barça tantísimas veces.

Hasta la salida de Messi, es justo decir que el partido fue claramente dominado por el PSG. Ancelotti demostró que es un entrenador mayúsculo y desactivó cualquier intento del Barça de crear peligro. Fàbregas, letal en otras ocasiones tanto en la selección como en el Barça cuando juega en la posición de falso nueve, se vio ahogado por los defensas franceses. No rascó bola. El PSG no sólo dominaba en su área, sino que además se desplegaba con muchísimo peligro ante la portería de un Víctor Valdés que salvó a su equipo en tres ocasiones a lo largo de los primeros 45 minutos. Si no llega a ser por el portero y por las correcciones defensivas de un Jordi Alba espléndido ante los fallos de un despistado Adriano, en la primera parte se hubiera culminado todo un desastre para el Barcelona.


Contemplando ese desaguisado desde la banda estaba un Leo Messi que parecía un león enjaulado. Se mordía las uñas, se ponía de pie y sufría como un loco. Todos los temores de Messi y del Camp Nou cristalizaron a los cinco minutos de la segunda parte cuando el PSG aprovechó la enésima pérdida de balón del Barça para montar una contra en la que Valdés ya no pudo hacer nada ante Pastore. Esa fue la señal definitiva para jugárselo todo a cara o cruz. Para arriesgar con Messi, que salió trece minutos después. Tardó diez más en dibujar un pase de genio a Villa, quien asistió a Pedro para que el canario volviera a acudir al rescate de un equipo que andaba perdido. Entonces, Messi, ya en el campo, pidió calma a sus compañeros.