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Alemania

Paliza sin alirón del Bayern Múnich contra el Hamburgo (9-2)

Le hizo un escandaloso 9-2 a otro grande, el Hamburgo, con cuatro goles de Pizarro, dos de Robben y uno de Shaqiri, Schweinsteiger y Ribery. El título, a un paso.

Los jugadores del Bayern celebran junto a su afición la goleada ante el Hamburgo (9-2) que les acerca al título.

El Bayern es un rodillo que no entiende de clemencia en la Bundesliga. Los bávaros destrozaron al Hamburgo con un ejercicio continuado y sin fisuras de fútbol pegada, la modalidad que mejor se les ha dado durante su historia a los siempre competitivos hombres de rojo. El aplastante 9-2 final -peor derrota del Hamburgo en su historia junto a otra de 1964- no tuvo como consecuencia el título, pero poco importa la fecha en que se concrete.

La victoria del Dortmund en Stuttgart aplazó esta vez el alirón por una semana, tiempo en el que poder encauzar, siempre que la Juventus lo permita, un cruce de cuartos de Champions que el martes le exigirá mucho más que ayer. Heynckes tiró de fondo de armario para conformar un equipo aseado ante el Hamburgo, cómodamente instalado en los puestos altos de la tabla, y el resultado fue una exhibición de la segunda y hasta tercera retaguardia de los bávaros. Tremendo.

Pegada. Uno de los actores secundarios fue el peruano Pizarro, suplente de Mario Gómez, a su vez suplente de Mandzukic, que marcó cuatro goles para redondear una actuación personal al alcance de pocos delanteros en el mundo. Si es difícil tener un ariete que haga un póker, más lo es contar con tres en la plantilla capaces de hacerlo. El Bayern los tiene. Y esa amplitud de plantilla es quizá su mayor virtud.

Al descanso el Hamburgo ya perdía 5-0 y había sacado la bandera blanca varias veces, pero tampoco eso cambió el rostro de un Bayern que no saber hacer otra cosa que avasallar. Robben, deseoso de volver a su mejor nivel, firmó un doblete y Ribéry se sumó a la fiesta saliendo desde el banquillo. El destrozo era tal en las filas enemigas que los goles de Bruma y Westermann, más que maquillar el resultado, parecieron una concesión de un Bayern pletórico.

La forma de arrollar de los de Heynckes, plagados de suplentes, en vísperas de los cuartos de Champions sirvió de mensaje para sus grandes rivales europeos, que ya saben qué les espera en Múnich. De paso, también dejó tambaleando un título de Bundesliga que ya es suyo, indiscutiblemente suyo. La semana que viene.