"El Papa, socio de San Lorenzo que daba misa a los cartoneros"
Por el corazón de Nervión, en Sevilla, aún retumba aquel 'Que viene, que viene', que el sevillismo dedicaba al cañonero argentino Héctor Scotta. El 'Gringo' atendió a AS.

Le llamamos para que nos refresque la memoria con la historia del Cristo del Gran Amor que usted y su compañero Daniel Bertoni llevaron a Buenos Aires desde Sevilla... y que parece ser el favorito de Jorge Bergoglio, el Papa Francisco...
Todo comenzó con una visita a Sevilla de Monseñor Daniel Keegan, que era entonces el arzobispo de Buenos Aires. Keegan estuvo en Semana Santa uno de los años en que Daniel y yo jugábamos juntos en el Sevilla y le impactaron tanto las imágenes que entre Bertoni y yo buscamos a un buen escultor, Luis Álvarez Duarte, para que hiciera un Cristo especial para la Catedral de Buenos Aires. Keegan nos dijo qué tipo de Cristo le gustaba, Duarte lo remató perfectamente y en 1980 ya estaba para enviarse a Buenos Aires.
(El Cristo del Gran Amor, que el imaginero Luis Álvarez Duarte esculpió a instancias de Scotta y Bertoni es un 'Cautivo': una réplica casi perfecta del Señor de la Sentencia, que se venera en la Macarena. Antes de partir para Argentina, la imagen se expuso en la Cofradía sevillana de Los Gitanos. Dentro de la talla del Cristo del Gran Amor, Scotta y Bertoni dejaron un pergamino con el escudo del Sevilla. Y el buen bético Álvarez Duarte, para no ser menos, dejó otro... con el escudo del Real Betis Balompié).
Y el Cristo que ustedes trajeron de Sevilla se convirtió en 'El Cristo de los Futbolistas', objeto de una veneración especial en Buenos Aires.
En efecto, la devoción es enorme y creo que ahora hará falta dinero para restaurar el pie de la imagen. A la procesión del viacrucis, que va cada Viernes Santo por el centro de Buenos Aires, asisten cada año 30.000 o 40.000 personas, qué sé yo, desde el Congreso hasta la Catedral, en Plaza de Mayo. Yo vivo en la provincia, en Martínez, pero voy siempre, todos los años. Y allí nos conocimos: allí iba con el Papa, con Bergoglio, que siempre encabezó la procesión... y ya no sabemos cuándo volverá. Un día se fue a Roma con su bolsito y ahí se quedó. Supongo que ahora, Bergoglio ya va a quedarse un tiempo en Roma.
Usted, 'Hache Hache Gringo' Scotta que ha compartido vivencias con el nuevo Papa, ¿qué nos puede contar de él?
Que es el socio 88.235 de San Lorenzo de Almagro y siempre ha sido un seguidor activo del club. Un buen hombre. Será un Papa honesto y humilde, aunque los políticos le quieran haber sacado alguna cosa. Mire: Bergoglio, nunca, pero nunca, usó el auto oficial que le ponía la Catedral. Siempre iba en microbús o en shuttle, siempre con sus zapatos negros. La misa que más le gustaba dar era una misa que se le daba en la Catedral a los cartoneros, en plena madrugada. Yo sé que algún día regresará acá para dar su misa de los cartoneros.
A usted le fichó el Sevilla en 1976 porque en 1975, con San Lorenzo, se le había ocurrido marcar 60 goles en los torneos oficiales argentinos, una plusmarca que dura hasta hoy. Ahí llegaron a Nervión los 'scottazos' y el soniquete de 'La Marcha de Infantes': 'Pss, pss, que viene, que viene...'
No veo posible que nadie marque hoy 60 goles en Argentina. Me parece imposible en estos tiempos y con estos sistemas. Quizá yo pude haber marcado algunos más en aquellos tiempos, pero hubiera necesitado tener a mi lado a Maradona, del mismo modo que Palermo, para sus goles en Boca Juniors, contaba con Riquelme. De la llegada a Sevilla, qué puedo decir... en efecto, el debut fue contra el Betis en la final del Trofeo Ciudad de Sevilla, con un lleno total y la gente dentro del campo. Vi una rivalidad como la de Boca contra River o San Lorenzo contra Boca. Marqué el gol del triunfo y la gente me decía 'ya está, ya está, ya con esto nos has dado la mayor alegría del año". Más adelante, en la Liga, también recuerdo haber marcado otros buenos goles al Betis. En Sevilla se casó una hija mía que sigue viviendo allá. De ella tengo un nieto que se llama Valentino y que ya marca goles al Betis con los juveniles del Sevilla.
Y aquí, al calor del corazón de Nervión, se cinceló o esculpió otro mito: el del gran cañonero Scotta: un pegador de potencia excepcional, capaz de poner KO a los infortunados que se ponían delante de sus zapatazos a puerta. Le pegaba como con dinamita o 'con un fierro'...
(Suspira a través del teléfono)... Creo que eso vino conmigo. Yo tenía un tío en Santa Fe que era muy campesino, muy grande, muy gringo. Dicen que saqué el cuerpo, la fuerza y la pegada de él. Ojalá pudiera ser yo ahora un gringo, allí en esos campos de soja y trigo: pero con la plata de ahora.
Aún se recuerda en Sevilla cómo dejó conmocionados a Asensi y Rojo II: con sendos cañonazos a quemarropa.
Recuerdo perfectamente lo de Asensi. Fue en el Sánchez-Pizjuán. Venía con el Barcelona, se puso en la barrera para un tiro libre y le alcancé en la boca del estómago. Cayó al suelo y cuando allí le refrescaron y le alzaron la camiseta vieron que tenía toda la esfera de la pelota marcada sobre la boca del estómago. Lo de Rojo II fue un chut que le dio en la cabeza, con el campo embarrado y el balón pesado. Y claro...
De los jugadores con quienes ha compartido cancha, ¿con quién se quedaría...?
Yo enloquecía con Cruyff: el mejor que vi. Luego, los nuestros: Maradona. Hoy, Messi, sin duda. El fútbol ha ido un poco para abajo. Acá en Argentina emigran muchos chicos de las inferiores a Europa. Lo que aún me pone un poco triste es que no jugué un Mundial.
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¿Volverá a Sevilla, Gringo? ¿Y volverá a verse con 'su' Papa?
A Sevilla fui recientemente. Estuve en el palco, con un gran recibimiento del club y de la hinchada. Y al Papa lo esperamos. Él ya sabe dónde: con los cartoneros y con nuestro Cristo del Gran Amor.
