El perfil
Pukki se derritió en Sevilla y luego aprendía con Raúl
Hizo migas con Bernardo y Perotti. Todo iba bien. Hasta aprendió castellano. Todo iba bien salvo por una cosa: el calor. Con Perotti en el vestuario, aún siendo del B, se derrumbó.
Pukki no soportaba el calor". Pocos conocen a Teemu Pukki (29-3-1990) como Víctor Orta, secretario técnico del Sevilla. A él regaló Pukki la camiseta de su debut. Seguramente porque fue Orta quien viajó para cerrar su fichaje a Kotka, una de las ciudades portuarias más importantes de Finlandia después de Helsinki. Pukki, nueva esperanza finesa que ve en su crepúsculo a Forsell, intrigó al Sevilla desde el principio. A través de una base de datos que filtra debuts en Primera de menores de 18 años en Europa, el Sevilla le siguió hasta que Rosendo Cabezas, en un torneo Sub-18 en Lisboa, también se convenció. El Sevilla pagó 180.000 euros por él al KooTeePee. Un club familiar que, por cierto, viste de verdiblanco... Pero Pukki cayó de pie en el Sevilla.
Llegó en diciembre de 2008 al División de Honor: ganó la Copa (2-0) ante el Barça de Fontás, Montoya y Gai Assulin. Intervino en uno de los goles. Todo le salía rodado. Subió al filial, marcó un golazo desde 35 metros con la Real y Jiménez le reclutó e hizo debutar en casa. Hizo migas con Bernardo y Perotti. Todo iba bien. Hasta aprendió castellano. Todo iba bien salvo por una cosa: el calor. Con Perotti en el vestuario, aún siendo del B, se derrumbó.
"Meses después nos pidió salir", cuenta Orta. El HJK Helsinki le fichó y Pukki jugó los dos partidos de su vida: en la previa de la Europa League de la 2011-12, le hizo tres goles al Schalke 04, que reaccionó por las bravas: fichándolo (el Sevilla se había asegurado el 40 por ciento del traspaso: se embolsó unos 800.000 euros de un total de 1,7 millones).
En Gelsenkirchen, Pukki practicó más el castellano con Raúl y se hizo un nombre. No es titular pero es el revulsivo preferido por delante de Marica. Es respetado por su intuición e instinto. Y por ser agradecido siempre. Si la camiseta de su debut con el Sevilla se le regaló a Orta, la de su estreno con Finlandia, su sueño, se la trajo a Monchi.