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Barcelona - Milán

Remontada: el día en que la estética necesitará de la épica

El Barcelona necesita remontar un 2-0 ante el Milán para seguir en Europa. La única duda en la alineación azulgrana está en quién acompañará a Leo Messi en el ataque.

Poco antes de las nueve de la noche, el Barcelona llegó al exclusivo Hotel W de Barcelona, frente al mar para velar armas antes del partido contra el Milán.
Fernando Zueras

Habituado a dominar el tiempo de los partidos y a saber que la inercia del juego le acostumbra a llevar a buen puerto, el Barça se enfrenta hoy a su prueba más complicada en los últimos tiempos. El equipo de Roura debe buscar esta noche ante el Milán el punto justo de equilibrio entre la estética inherente a su ADN -esa que le ha elevado a los altares del fútbol- y la épica indispensable para remontar un 2-0 ante todo un Milán. Un equipo que no es lo que fue, pero que lleva una camiseta que ha ganado siete Copas de Europa y que en escenarios como los de hoy se siente como pez en el agua. Al Barça esta noche no le va a llegar con la estética. Hoy es noche de héroes. Para ambos.

Dos cosas se dan por supuestas de cara al partido de hoy: que el estadio y la afición no fallarán (¿quién dijo Grada de Animación?) y que el Barça bordeará el éxito durante algunos momentos del duelo. Más allá del esquema táctico; de los actores que elija el entrenador; del estado del terreno de juego o de la disposición del rival, el partido tendrá una sola dirección. La de la portería lombarda. No obstante, en las últimas grandes citas del Barça, esta premisa no ha sido suficiente. A lo mejor, ese libreto asegura un triunfo, pero resulta que hoy no vale sólo con ganar. Deben ganar por una diferencia considerable. Y ahí es donde entra la épica, una cualidad que el Barcelona no ha necesitado demasiado en los últimos tiempos. Es como el fusil del abuelo, que descansa en el desván y nunca hizo falta usarlo. Probablemente, ha llegado el momento. El momento de ser un poco loco, de renunciar a ciertos corsés. La situación lo exige como lo exigía hace un año ante el Chelsea y hace tres ante el Inter en intentos fallidos. Entonces eran semifinales, ahora son octavos. Y a diferencia de la antesala de la final, no hay gloria para el caído. Los que no tienen nada que perder son más peligrosos y eso podría aplicarse más al Milán que a los locales, a los que el presente obliga.

En el Barça, el 90 por ciento de las cartas parecen marcadas. La imperiosa necesidad de no encajar en el Camp Nou desaconseja la defensa de tres, al menos desde el inicio. "Ya habrá tiempo de locuras", aseguran desde el vestuario del Barça. Entiendan por locura una defensa de tres o a Piqué como delantero centro. Ver cualquiera de las dos opciones sería un mal síntoma, en todo caso.

En el centro del campo no se admiten apuestas. Busquets, Xavi e Iniesta. La duda está en quien acompañará a Messi delante. Alexis, que ganó el cásting de la última semana, y Pedro, que descansó, son los que más números tienen.

Ahora que se está eligiendo Papa, los equipos italianos y el Milán más, que tiene al tifoso cardenal Angelo Scola situado en la Pole para recibir el Anillo del Pescador, cuentan también con un intangible poderoso con el que enfrentarse a la pureza estética del Barça. Tienen el Oficio. El Santo Oficio de la defensa. Darle un 2-0 de salida al Milán es una temeridad propia de quijotes. Es como hacer el cuádruple mortal sin red. Una llamada a la épica.

Disfrazado de corderito, el Milán saldrá dispuesto a asestar la puñalada más dolorosa en el peor momento. Los italianos saben lo que les espera. Lo que no saben, y ahí está la carta del Barça, es qué Messi se van a encontrar.