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EUROPA LEAGUE | LEVANTE 0 - RUBIN 0

El Levante mereció más

El Levante fue mejor durante gran parte del partido pero no aprovechó sus ocasiones. Ambos equipos dispararon al palo y se quedaron con diez. El Rubin Kazan apretó al final.

Obafemi Martins.
Obafemi Martins.

Mereció llevarse una mínima ventaja el Levante para jugarse los cuartos en Moscú la semana que viene. Pero, de la misma manera, pudo salir escaldado casi al final. Y de haber recibido un gol sí que podría darse por perdidos. El Rubin demostró no ser el Olympiakos, aún con menos rodaje que los campeones griegos. Un duro hueso de roer estos rusos. El empate final deja todo abierto para la vuelta.

Cómo habría cambiado el partido si hubiera entrado el larguerazo de Ballesteros. Nada más empezar, en la primera acción del partido, no habían cumplido ni dos minutos y el capitán hizo temblar la portería de Ryzhikov con un cabezazo tras un córner servido magistralmente con la zurda de seda de Barkero. En la primera mitad casi todo el peligro de los granotas llegó por la izquierda con un inspirado Rubén y un incansable Juanfran. Qué partido de entrega se ‘cascó’ el de Barona con 36 años subiendo y bajando como si fuera un juvenil.

Poco se vio a Keylor Navas en el primer acto. Sólo en el tramo final cuando el Rubin se estiró un poco y Rondón se animó a probarlo, primero desde fuera y luego en otra ocasión más clara en la que se internó en el área, con bicicleta incluida delante de Ballesteros, pero chutó muy escorado. Si no llega a ser por esta acción, los guantes del costarricense se habrían quedado impolutos. En el otro área el Levante llegaba con más empuje que peligro. La mejor ocasión llegó en un centro de Pedro López que cabeceó Michel casi en boca de gol y que luego Diop no llegó a alargar la pierna para machacar.

Dos minutos locos al poco de empezar el pimer tiempo pudieron posicionar el choque de un lado o de otro. El Rubin se quedaba con uno menos por la doble amarilla de Ansaldi, pero acto seguido Michel cometía una inocente tontería al dejar la plancha cuando no iba a ningún sitio y acompañaba a su rival a los vestuarios. Y a partir de aquí, locura total. Aquello parecía convertirse en un combate a vida o muerte, sin tener en cuenta que había 90 minutos más por delante en Moscú.

Hasta que apareció por fin Martins. Se echó el equipo a la espalda y tuvo dos intentos, uno con cada pierna, que a punto estuvieron de desequilibrar la balanza, como el cabezazo de Rondón con la habitual mano salvadora de Keylor cuando el balón buscaba la escuadra o el palo de Natcho casi en el descuento. Todo queda para la vuelta. Luzhniki decidirá.