REAL MADRID | LA INTRAHISTORIA
Alex Ferguson modeló al Cristiano que hoy vemos
La única bronca que le dio sir Alex llegó en el último encuentro de Cristiano con el United. Le mostró su frustración porque no siguió sus exigencias defensivas.
Este Cristiano que ahora ha aprendido el valor del colectivo y que ha conseguido equilibrar su ímpetu individualista sin dejar de lado su lucha por convertirse en el mejor del mundo, no nació enseñado. De hecho, en los seis años que compartió vestuario con Ferguson aprendió lo necesario para ser lo que es ahora.
En ocasiones superó los límites permitidos: un día, contra el Sunderland, decidió salir del campo y sustituirse a sí mismo, tiró la chaqueta de su chándal al suelo tras ser reemplazado ante el City, y solía hacer piscinazos, tan mal vistos en el Reino Unido, demasiado a menudo para el gusto de sir Alex.
Pero Ferguson, que nunca olvidó que el futbolista procedía de familia humilde y de un país con más sol y menos lluvia, continuaba siendo paciente. Consciente de su talento y su personalidad, le trató de modo diferente al resto desde el primer día para maximizar su potencial. Le dio la camiseta con el 7 al llegar. Cristiano no la quería. El escocés se sentó con el joven y le contó lo que suponía vestir ese número (Best, Robson, Cantona, Beckham). "Te estoy diciendo que eres merecedor de este número, chico", le dijo. Cristiano entendió la confianza que se le daba.
En 2006, tras guiñarle el ojo a un Rooney expulsado en un partido del Mundial y la histérica reacción de la prensa inglesa, Ferguson tuvo que protegerle de nuevo. "Me voy a pegar con todo el país si es necesario", le prometió. Cuando dejó marchar a Van Nistelrooy, con quien el portugués se había enfrentado en un entrenamiento, fue para no detener su progresión. Y Cristiano voló. Había marcado 27 tantos en tres temporadas antes de 2006, hizo 91 en las tres siguientes. Cuando llegó el momento de irse, Ferguson le convenció para que se quedara un año ("Te irás como un héroe si nos das una temporada más", le pidió tras viajar a Lisboa: hoy se verá que la táctica funcionó).
La única bronca que le dio sir Alex llegó en el último encuentro de Cristiano con el United. Le mostró su frustración porque la estrella portuguesa no siguió sus exigencias defensivas en la final de la Champions con el Barcelona. Al día siguiente le dijo: "Boss, me quiero ir". No tenía que ver con la discusión, sino con la promesa de un año antes. "Nos has dado otro año. Deja que me lo piense", contestó Ferguson. Un día más tarde llegó la oferta del Madrid. "Ojalá fuera mi entrenador toda mi vida", fue el imposible que pidió Cristiano cuando dejó el club ese verano...