VALENCIA 4 - BATE 2
El Valencia ya toca los octavos
El equipo cumple al ganar al BATE, sigue líder de su grupo y ya espera al Bayern en Mestalla. Marcaron Jonas, Soldado y Feghouli (2).
El Valencia no quiere usar la calculadora en su fase de grupos y así lo ha constatado esta noche ante el BATE Borisov en un partido perfecto para el Valencia. Perfecto para sus intereses porque el equipo de Pellegrino no tuvo que exprimir toda la maquinaria para devolver a la cruda realidad al equipo de Borisov. A su juego le faltó velocidad, pero siempre llevó el peso del partido y sólo le bastó agredir en el momento oportuno. La noche salió tan bien que hasta Roberto Soldado pudo dedicarle un tanto a su abuelo, recientemente fallecido. Ahora el Valencia afronta sus dos últimos duelos con la tranquilidad que le da saber que un triunfo, ante el Bayern o Lille, les da pasaporte directo para la fase de los dieciséis mejores de Europa.
Y la última víctima caída en Mestalla ha sido el BATE Borisov. Un rival que ha mutado varias veces en esta Liga de Campeones. Su historia en Europa le catalogó de ‘cenicienta’ tras el sorteo, sorprendió en las dos primeras jornadas ante el Lille y el Bayern pero el Valencia le ha devuelto a la tierra en los dos envites.
Gran parte del futuro del Valencia en esta Liga de Campeones pasaba por el papel de esta noche ante el sorprendente BATE. Una victoria ponía a huevo la clasificación y una derrota activaba las calculadoras valencianistas para los partidos ante el Bayern de Múnich en casa y el Lille en terreno francés. Además del revolcón de la ida en Bielorrusia, el equipo del Turia gozaba de otro factor adicional: el fortín Mestalla. Nadie, ni siquiera el enrachado Atlético de Madrid, pudo salir por la puerta grande esta temporada. Y como el pasado sábado todo salió a pedir de boca, Pellegrino aparcó las rotaciones y sólo mantuvo su habitual juego en la portería. Esta noche Guaita volvió a ser titular. Al Valencia no le hizo falta morder con la misma fuerza que ante los rojiblancos porque el BATE se desentendió del balón desde el inicio para esperar pacientemente un error y poner la sexta cuando robaba.
Ese juego bielorruso pareció hipnotizar al Valencia con el paso de los minutos. Dominaba pero su juego era plano y el BATE se soltó la melena y adelantó algo las líneas, sin llegar nunca a intimidar a Guaita. Quedó un partido insulso e incierto del que Soldado emergió como protagonista. Primero por una agresión que el colegiado Harald no vio y después por sufrir una pena máxima que el noruego también se comió.
En ese periodo de incertidumbre triunfó la calidad valencianista frente al conservadurismo bielorruso con dos tantos entres minutos. Y en los dos apareció Jonas. Para los que no vieron el encuentro les bastará con recordar el gol del sábado ante el Atlético pero con diferentes protagonistas. Cissokho colgó un balón desde el costado y Jonas lo bajó dentro del área para batir a Gorbunov. El BATE no se enderezó del traspié y se dio de bruces contra el suelo con un penalti sobre Guardado tras un pase al hueco de Jonas. Soldado no suele fallar desde los once metros y esta noche tenía un motivo menos. El fallecimiento de su abuelo redobló su seguridad y pudo dedicarle su cuarto gol en Champions, a uno de Cristiano Ronaldo.
Sin tiempo ni motivos para sacar los tanques, el Valencia enfiló el túnel de los vestuarios indemne y victorioso de la primera batalla. Goncharenko debía quemar todas las naves en el segundo tiempo para buscar la reacción, pero no le dieron tiempo porque una asistencia de Gago la aprovechó Feghouli para enterrar las aspiraciones. El BATE maquilló de inmediato su imagen con un gol de falta de Brassan que se coló entre las piernas de Guaita. Pero los bielorrusos emborronaron el maquillaje a base de juego duro en el centro del campo y se cargó con tres tarjetas amarillas (Sivakov, Rodionov y Radkov).
De hecho cuando el BATE se calmó cuajó sus mejores minutos en Mestalla. Mauricio Pellegrino levantó las orejas y apeló al trivote (Gago, Banega y Tino Costa) para ahogar cualquier amago de incendio. Y hubo un foco que no se propagó porque Feghouli volvió a aparecer. Y es que Gago se durmió a la hora de sacar el balón cuando faltaban siete minutos y Mozolevski no falló, pero el francés apagó inmediatamente las alarmas antiincendios con la colaboración de Banega y avivó todavía más el sueño de los octavos.