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Alcoyano 1 - Real Madrid 4

Ganó uno y se lucieron todos

Dignísimo partido del Alcoyano. José Rodríguez, de 17 años, marcó el tercero del Real Madrid. El Jugador del Alcoyano Javi Lara fue la estrella del partido. Doblete de Benzema.

DEBUT FELIZ. José Rodríguez marcó y lo hizo con 17 años, algo que no lograba un madridista desde que lo hicieron Raúl y Rivera en Vigo el 10 de junio de 1995.
DEBUT FELIZ. José Rodríguez marcó y lo hizo con 17 años, algo que no lograba un madridista desde que lo hicieron Raúl y Rivera en Vigo el 10 de junio de 1995.

La diferencia entre un equipo de Primera y uno de Segunda B no se establece únicamente por cuestiones técnicas. Eso que llamamos calidad, de modo genérico, incluye también un tipo de calidad física. El Alcoyano, y lo advirtió pronto, no se enfrentaba sólo a una conjunción de talentos, sino a una colección de cuerpos seleccionados. Durante más de media hora inclinó a su favor la batalla del fútbol puro, la circulación de la pelota y el movimiento sin balón. Sin embargo, hasta en esos momentos de control absoluto, observó que salía peor parado de los choques y de los saltos, de los balones divididos y de las carreras cortas o largas. No es que sus camisetas fueran más holgadas; la realidad es que el Madrid rellenaba las propias de músculos y chocolatinas.

El mérito del anfitrión fue hacer tan evidente su dominio que el Real Madrid se vio obligado a jugar balones largos para evitar la pelea del juego corto. Así llegó el primer tanto del Madrid. Adán alcanzó la frontal contraria con el saque de puerta, Selvas falló en el despeje de cabeza y Arkaitz completó el error craneal con una asistencia a Benzema. Hubiera sido un gol injusto en caso de intervenir la suerte, pero la suerte fue minoría entre tanto desatino.

El Alcoyano siguió tocando y el Madrid continuó con su apuesta por el fútbol inglés de principios del siglo pasado. El reducido tamaño del campo, en principio un inconveniente para un equipo grande, se convirtió en un aliado. Ese cambio en los papeles previstos debería hacer sentir muy orgulloso al equipo local. No hizo sangre a su adversario, pero le obligó a correr detrás de la pelota como no acostumbra. Si no marcó fue porque los delanteros con gol casi siempre pisan alfombras mullidas.

No ocurre lo mismo con los centrocampistas. Javi Lara no sólo marcó un gran gol, de falta directa y con leve complicidad de Adán. Además, dio una exhibición de clase y sensatez, ni un adorno gratuito, a pesar de las mechas. Dice muy poco de los ojeadores que un muchacho de 26 años con tantos recursos no haya militado nunca en Primera División (Real Unión, Écija, Elche, Lucena). Y no es el único jugón entre sus compañeros. Tacón, Julio de Dios, Remón, Piera o David Torres definen la personalidad de un buen equipo que hace coincidir virtud y debilidad: baila mucho y pega poco.

Golpe. Estoy por asegurar que el gol de Kaká despertó al Alcoyano de su sueño imposible. Su zurdazo cruzado demostró que la diferencia entre los contendientes no era sólo un asunto físico. El talento importa y encuentra cualquier rendija. A partir de esa conclusión, el Alcoyano se olvidó del marcador y recuperó el propósito inicial: pasar un buen rato jugando al fútbol.

El castillista José Rodríguez, de 17 años, marcó el tercero con una solvencia asombrosa. Le llegó un balón y lo coló por el palo de los buenos, como si fuera fácil. Bastó el gol y un gran pase en profundidad para que se nos descubriera como una perla brillantísima.

Benzema cerró la cuenta a pase de Morata, que deshizo enredos anteriores. Fue un buen final para una noche sin perdedores, llena de jugadores con la cabeza alta.

El crack

Javi Lara Puso las mejores gotas de calidad y se llevó el premio con un golazo en un lanzamiento de falta sublime.

¡Vaya día!

Arkaitz Su mal despeje de cabeza en una pugna con Callejón le dejó el balón a Benzema para el 0-1.

El dandy

José Rguez. El niño de la convocatoria blanca debutó y deslumbró. Mostró su desparpajo con un bello gol de rosca.

El duro

Álex En el 41', le hizo una zancadilla aparatosa por detrás a De Dios. Teixeira I le mostró la amarilla.