Príncipes de Pasarón

Fiesta en Pontevedra. El rival de turno era como las asignaturas apodadas Marías en la Universidad: un chollo. Pero la bisoñez de la Arabia Saudí de Rijkaard no evitó que a todos nos quedase un sabor dulce y festivo de este bolo celebrado en una tierra que se deja querer. Pasarón, como bien recordó en la víspera el maestro Del Bosque, forma parte del imaginario futbolístico de los años 60. El Hai que roelo está en la memoria y siempre servirá para homenajear a los humildes que nunca pronunciaron la palabra "imposible". Los 10.923 aficionados que abarrotaron Pasarón se dieron un festín con esa Roja que nos tiene a todos enamorados desde aquellas noches mágicas de Viena en 2008. La afición gallega vibró con los goles y el festival de juego de un equipo que no cumple con el trámite. Al contrario, se toma estos partidos como una fiesta con entrada libre y ofrece lo mejor de su amplio repertorio para que todos se vayan a casa con una sonrisa en los labios. Es la España feliz, la que está orgullosa de tener al mejor equipo de Europa y del mundo mundial. Qué buenos tiempos

Actores secundarios. Del Bosque supo dar un cariño inicial a esos talentazos que tenemos pero que asumen su condición de suplentes ante tanto caviar que tienen por delante. Ver de inicio a Beñat (¡así se juega al fútbol, chaval!), Cazorla o Pedro permitió ver hambre y ganas por reivindicarse. Cazorla, el nuevo king del Arsenal, abrió la lata con un gol de tío listo. Torres, en su partido 100 y con el brazalete de capitán de añadido, no veía puerta. Pero entre el asturiano y el tinerfeño Pedro le consolaron. Pedrito tiene cada día que pasa más tics de Raúl. Intuitivo, oportunista y letal. Su palanca fue un calco de las que patentó el Gran Capitán. Bien, Pedrito, bien.

Homenajes. En eso se convirtió una velada plácida y cargada de sentimentalismos, que disfruté desde Brujas (Bélgica) junto a mi amigo Balbino y ese Mesón Lorena's que es un homenaje a nuestra querida España. Tras el descanso, los dos vibramos cuando empezó la Pasarela de Pontevedra. Primero, Xavi, que en su 116 partido con España firmó un tanto digno de un profesor. Falta directa a la escuadra. Golazo del Príncipe de Asturias (50%). Luego llegó el turno de Villa, que llevaba nueve meses ausente con La Roja y explotó de rabia y orgullo con su gol de penalti. David, bienvenido de nuevo a tu casa. Y lo mejor llegó con la entrada de Iniesta, el mejor jugador de Europa del año, y Iker Casillas (el otro 50% del Príncipe de Asturias), al que le deben un Balón de Oro y quién sabe si en enero le saldarán la deuda. Son todos majos, jóvenes, españoles, de talento, ganadores ¿Qué más queremos?