GRUPO A | Polonia 1 - Rusia 1
Polonia sobrevive a Rusia
La intensidad de la anfitriona le permite seguir viva
El partido más intenso de la Eurocopa fi nalizó y Rusia sobrevivió en un encuentro con tintes bélicos porque Polonia planteó el partido como una guerra. La Batalla del Vístula titulaban los rotativos locales, con unos tintes patrióticos que derramaron sangre en las calles en las horas previas. Y a juzgar por el desempeño de sus jugadores, que salieron con el cuchillo entre los dientes, así lo planteó Smuda. Los anfi triones salieron exhibiendo una agresividad que trata de maquillar una defensa de papel y una delantera miope. Rusia administró con cierto desasosiego los primeros minutos. El mediocampo ruso se veía desbordado por la intensidad polaca. Denisov y compañía no hilvanaban juego y Polonia creaba ocasiones con su fútbol tenso. Un testarazo de Boenisch, un disparo de Lewandowski y un gol bien anulado a Polanski encendían las alarmas rusas. Pero como ocurrió ante Grecia, pasada la media hora los polacos se desinfl aron, y Rusia enfrió el balón. Apareció la medular del Zenit y de los zarpazos de Kerzhakov se pasaron a las apariciones de Arshavin. Y entonces un balón parado desnudó, de nuevo, la ternura defensiva local. No es recomendable plantear batallas si defi endes tu retaguardia con tirachinas como hace Polonia. Dzagoev, que se postula como jugador del torneo, peinó el balón a la red, impactando en la línea de fl otación polaca. Al descanso el veredicto dictaba un tocado, pero no hundido.
Ola y marea. En el inicio de la segunda mitad quedó de manifi esto que Polonia es tan intensa y vertical como timorata. Lewandowski ganó la espalda rival varias veces, pero le faltaron cómplices. Rusia era lo contrario. La ola frente a la marea. Rusia tocaba y subía líneas llegando al área con laterales, extremos y volantes. El problema era decidir bien no qué decidir. Y en una de esas la pelota le cayó en la izquierda al diestro Blaszczykowski, que instintivamente soltó un latigazo que entró como un obús. Polonia jugaba con el corazón, Rusia lo hacía con la cabeza, o quizás también con la calculadora. La efervescencia polaca propuso un intercambio de golpes que Rusia admitía a regañadientes. Un taconazo precioso de Arshavin para Dzagoev, percebe y caviar, rozó la tragedia en Varsovia. Polonia se revolvió con un zarpazo y luego con otro y después un tercero. El entusiasmo polaco ante la paciencia rusa. El empuje de un equipo pequeño ante la frialdad de uno grande. Un empate que permite a Polonia, que aún no ha perdido, pasar empatando con los checos, a los que lastra la goleada ante Rusia. Los de Advocaat, sin embargo, están virtualmente clasifi cados, aunque han evidenciado que la intensidad no es uno de sus fuertes. Sobrevivió Rusia. Polonia murió matando. O quizás no.