Ascenso con diamantes

La Operación Retorno se consumó por la Puerta Grande del ampliado Alfredo Di Stéfano. El Castilla ya está de vuelta a casa. Atrás quedaron cinco años de barbecho y frustraciones. El ascenso a la división de plata está cocinado. Y de qué manera. Con una espectacular manita a ese Cádiz animoso de Jose González que ahora tendrá dos balas en la recámara para festejar también el premio del regreso a Segunda. Pero esa será otra historia que dará inicio el próximo fin de semana. Antes, hay que detenerse en estos cachorros blancos que ya rugen con fiereza hasta ganarse un ascenso inmaculado, con números que harían feliz al mismísimo Mourinho, testigo en la pecera de Valdebebas de la gesta de los chavales junto a sus dos hombres de máxima confianza: Karanka y José Ángel Sánchez.

Equipo de Primera. No exagero si afirmo en estas líneas que el Castilla podría codearse con dignidad con la mayoría de inquilinos de la Liga BBVA. Tiene dos porteros muy apañados (me gusta más Jesús, titular en el doble partido con los gaditanos). Una defensa granítica y firme, con Carvajal desatado y Nacho en plan capitán.

En la medular ha resultado una bendición el regreso de Mosquera en el mercado de invierno. Ha vuelto con humildad y ayer obtuvo el premio gordo con dos goles para enmarcar. El primero a balón parado y pillando por sorpresa a todos, empezando por Aulestia. Desde 30 metros, con la picardía de los genios y la precisión de un crack. Con 24 años, en junio regresa al Getafe. Yo que el Madrid recompraba al medio coruñés.

Y arriba llega la dinamita que ha permitido al Castilla meterle ocho chicharros (tres en el Carranza y cinco ayer) al segundo equipo menos goleado de los 80 de Segunda B. Jesé sacó esta vez su versión jugona y talentosa. Robó la cartera a Baquero y sembró la primera semilla de la goleada. El canario necesita tener alguien a su lado que evite que se lo crea, pero tiene duende. Es diferente. Futuro crack.

Juanfran es un cuchillo jamonero por la derecha y alimenta con sus explosivas incursiones a Joselu y Morata, delanteros-beluga que tienen una cola de pretendientes que rodearía tres veces el Bernabéu. El gallego, que firmó su gol 22º del curso, erró un penalti. Pero Joselu es killer y no se descompuso. Metió el gol del descabello del Cádiz (3-0). ¿Quién le asistió? El multiusos Carvajal. Mou, cógele la matrícula por Dios.

Morata merece un capítulo aparte. Es un delantero centro reconvertido, por exigencias del guión, en extremo izquierdo. Se ha adaptado con una capacidad camaleónica admirable y ha sabido buscarse las habichuelas (ayer amargó la mañana a Baquero y a Murillo). Su gol, el que cerraba la manita del ascenso, fue el premio a una actuación completa y solidaria.

Pero este ascenso, justo y necesario, tiene un padre. Un señor padre, diría yo. José Alberto Toril aterrizó por aquí hace año y medio para enderezar un rumbo que se perdió cuando el inquilino del banquillo era Alejandro Menéndez. Toril puso criterio, coherencia y dibujó un estilo definido. Valiente, directo y atrevido, sin renunciar a una presión defensiva que mete en el saco a todos. Toril, El Cordobés del siglo XXI, seguirá impartiendo magisterio en Segunda, donde veremos a equipazos como el Villarreal (el A) y el Barça B. Morbo.

El Cádiz acompañó con dignidad la fiesta de la cantera madridista, aunque el gol de De Coz (3-1) nos permitió disfrutar de nuevo con el genuino humor de su simpática afición. Eran sólo 250, pero animaron como una legión: "¡Sí se puede, sí se puede! ¡Que bote el Carranza!". Genios y figuras.

El Castilla se fundó hace 40 años (21-7-1972) y lo ha festejado a lo grande. La cantera respira. El premio al trabajo bien hecho...