Celebración a media luz y sin discursos

La fiesta de celebración de la Copa del Rey en el Camp Nou acabó pareciéndose demasiado a un trámite obligado más que a una explosión de júbilo y resultó la más fría de estos fabulosos cuatro años en los que Guardiola ha dirigido a un equipo que ha ganado 14 títulos.

El acto se quedó a medio camino entre la despedida de Pep y la celebración de un título sin llegar a ser ninguna de las dos cosas.

De entrada, el entrenador, que se había despedido ya de la afición desde el centro del campo tras el último partido liguero en el Camp Nou contra el Espanyol y diversas veces desde la sala de prensa (en cuatro años ha dado 546 ruedas de prensa) declinó dirigirse a la afición micrófono en mano. Tampoco lo hicieron los jugadores a excepción de los cuatro capitanes (Puyol, Xavi, Iniesta y Valdés), quienes al inicio del acto se limitaron a agradecer a la afición su apoyo a lo largo del año.

El ambiente del Camp Nou tampoco ayudaba a crear un ambiente épico, pues apenas se llegó a la media entrada. Quizás fue por eso que la celebración se llevó a cabo a media luz. Durante gran parte del acto, el Camp Nou mantuvo las luces apagadas. Ya fuera para que se apreciaran mejor los fuegos artificiales o para disimular televisivamente los inmensos claros en la grada.

Confesiones. Ante los silencios de los protagonistas, se abre la interpretación de los gestos de la plantilla durante la velada. Destacó la cara más que seria de Alves, habitual animador de estos saraos que fue el único que no se puso la camiseta conmemorativa.