El filial azulgrana se suma a la fiesta copera en Barcelona

Al mismo tiempo que el primer equipo azulgrana festejaba en el Camp Nou la Copa del Rey conquistada ayer en el Vicente Calderón, el Barcelona B no quiso faltar a la fiesta con una victoria (2-0) ante el Las Palmas, que baja la persiana a la temporada en el Miniestadi. El partido fue en sí mismo una metáfora aglutinadora de la campaña de los chicos del filial, irregular en el juego, que va y viene a ratos, pero notable en cuanto a los resultados, intachables.

Saltaron los azulgranas con una camiseta que daba las gracias a Pep Guardiola y eso fue lo único en lo que, en el arranque, se parecieron a sus hermanos mayores. Peca a veces el Barça B de los peores vicios del estilo de seda que ha seducido a todo el planeta. Perdidos en la retórica, en el toque por el toque, en el balanceo sin norte, apenas inquietaron al meta Raúl en un par de ocasiones en el primer tiempo

Ante ese dominio estéril, el Las Palmas se limitó, como tantos equipos últimamente en el Miniestadi, a aguardar su momento. Cedió el balón y se agazapó a la espera. Hasta la media hora no salió de la cueva, pero cuando lo hizo, tuvo el partido en sus manos. O más bien en los pies de Portillo, que marró una ocasión a puerta vacía. Vitolo, el más amenazante, robó un balón a la defensa, dejó atrás al meta Miño y su compañero, con todo a su favor, remató fuera. El filial daba gracias de seguir con vida.

No solo vieron los de Eusebio Sacristán pasar la vida por delante de sus ojos, sino que cambiaron su chip en el segundo tiempo. Recuperaron la intensidad, la verticalidad y el papel protagonista. No es fácil, pues entre lesiones, convocatorias del primer equipo y de selecciones, el filial está en cuadro. Acudía sin seis de sus pilares, sus mejores jugadores: Bartra, Montoya, Dos Santos, Tello, Deulofeu y Sergi Roberto.

El peso del ataque recaía pues en Femenía, un delantero que compendia tanta calidad como irregularidad en su juego. Tanto se pierde en la belleza del regate y el toque bonito que a veces se olvida que en este deporte gana quien más goles marca. Y tras dos acciones en las que, entre las dudas, no se acordó de disparar, a la tercera fue la vencida. Un pase en profundidad al poco de iniciarse el segundo tiempo rompió la defensa y, esta vez sí, el joven extremo batió con facilidad a Raúl.

Los visitantes intentaron reaccionar moviendo banquillo y amenazando a Miño, pero Rafinha, que había visto cómo le anulaban un tanto, hizo un gol tras dos remates seguidos. El primero lo repelió el poste a sus pies. En el segundo, no perdonó. Y mientras a pocos metros el Camp Nou festejaba con música a todo trapo el título de Copa, los chicos del filial manteaban a Ilie, quien volvió a jugar unos minutos después de todo un año lesionado.