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Pablo Alfaro

"El Sevilla paga presión, inestabilidad y fichajes que no están a la altura"

Villano ilustre del fútbol español en los 90 y ginecólogo titulado, Pablo labra su camino en los banquillos apoyado en su carácter afable y una cabeza muy bien amueblada.

Pablo Alfaro.
m.a. morenatti

¿Qué tal le están tratando los banquillos Pablo?

Hay de todo. Fui coordinador de la cantera del Sevilla dos años y luego decidí volar solo. Disfruté en Pontevedra, donde jugamos el playoff de ascenso ante Oviedo, Alavés y Alcorcón, que nos eliminó, y después me tocó sufrir en el Recreativo. Allí me llevó por delante el tsunami de los resultados.

¿Qué aprendió en Huelva?

En el curso de entrenadores te dicen que hasta que no te cesan por primera vez, no eres entrenador. Así que ya lo soy. Desgraciadamente aprendes más en los momentos difíciles, analizas más las cosas y te das cuentas de tus errores. Porque eso de pensar que hay una conspiración judeo-masónica contra uno es ponerse una venda en los ojos.

¿Cómo ve a su Sevilla?

La pasada temporada cayó en la previa de la Champions, pero jugó la Europa League. Y en esta cayó en la previa de la Europa League, una gran decepción. Aunque el trastorno real es económico. Para mí el Sevilla está en la posición que se merece. Tiene los puntos que ha ganado en el campo.

Jiménez, Álvarez, Manzano, Marcelino, Míchel, fichajes que no cumplen expectativas...

Existen varias causas. El reciente pasado glorioso pesa en el ánimo de la afición y en la exigencia. Después está el tema de la continuidad del entrenador, y en ese aspecto, los dos últimos años han sido convulsos, con muchos golpes de timón que afectan al equipo. El tercer punto es el acierto en los fichajes, que tras años superando las expectativas, en los últimos no han estado a la altura. Y para mí hay otra cosa que influye.

Diga Pablo.

La dependencia de Kanouté. Frederic nota el paso de los años y el equipo lo paga. Para mi es el mejor de la historia del Sevilla. Jugar con Kanouté en el campo te permite hacerlo de varias formas diferentes, aporta alternativas y es un jugador con carisma que genera confianza en el grupo.

Está de moda exigir mucho al equipo. Ocurre en Valencia y uno se pregunta si en Sevilla.

Acostumbrarse a lo bueno es humano. El Sevilla es un equipo que bien llevado, puede ser tercero en la tabla, y si no, sexto o séptimo. Es su lugar natural. Pero tras tocar el cielo en los últimos años, es lógico que se produzca un bajón. Vivir años en la excelencia no debe producir una frustración crónica posterior en el club.

¿Cuánta culpa tuvo su Sevilla de los títulos posteriores?

Eso debe responderlo el sevillismo. Nuestra aportación tiene que ver con el origen de ese Sevilla exitoso. No es normal que en dos años y medio se ganen seis títulos tras ascender. Transmitimos unos valores que arraigaron dentro y fuera del vestuario.

¿Cómo recuerda los años del Sevilla de Alfaro y Navarro?

Mi etapa en Nervión me llena de orgullo. Cinco años con Joaquín Caparrós al mando, en los que pasamos de jugar en Segunda a disputar la UEFA. Juande puntualizó cosas, matizó detalles para hacer crecer al equipo y fichó jugadores. Pero la base la puso Joaquín. Y estoy convencido que la pareja Navarro-Alfaro fidelizó en aquella época al sevillismo porque sabían exactamente que cuando entrábamos al campo lo dejábamos todo. Había comunión entre público y equipo.

Se veían muchas camisetas de Alfaro. ¿Sigue viéndolas hoy en el Pizjuán?

A los niños les llaman la atención los goles. Por eso en Sevilla quieren ser Kanouté, en Valencia, Soldado; en Madrid, Cristiano; y en Barcelona, Messi. Pero cuando crecen, comienzan a ver sus limitaciones y entonces empiezan a aparecer camisetas con el nombre de Alfaro . Así que se si ve muchas, mala señal. ¡ja, ja, ja!

¿Cómo llevaban la etiqueta de defensas leñeros?

Era un sambenito. No cabe duda que había parte de razón, ya que nuestras virtudes tenían que ver con la entrega, la ilusión y el compromiso. Conocíamos nuestra fortaleza y la explotábamos. Era la forma de crecer. Fue una etapa bonita, la recuerdo con nostalgia.

Ahora Pepe ha recogido el testigo. ¿Cómo le ve?

Tiene aptitudes defensivas notables, pero debe controlarse porque a veces parece que sufre enajenación mental. Debe trabajar eso. Nosotros éramos duros, pero nunca pateamos la cabeza a un rival en el suelo o a un compañero.

Explique eso de que "era la forma de crecer".

Éramos un chollo para los periodistas, especialmente para los de Madrid, que magnificaban todo desde la distancia. Pero con aquella imagen de defensa feroz logramos poner en el mapa al Sevilla y nos convertimos en un equipo incómodo para los grandes. En el campo notábamos el respeto e incluso la admiración de los rivales. En las ruedas de prensa de los viernes siempre preguntaban al adversario por Alfaro y Navarro. Y el sábado leíamos cosas del tipo "uno prefiere tenerlos al lado que enfrente". Presumíamos de que el Sevilla era poco goleado, porque el equipo trabajaba mucho.

Alguna vez se excedería...

Obviamente, alguna vez me he arrepentido de algo que he hecho en el campo segundos después de hacerlo. Pero tiene que ver más con mis inicios en Zaragoza que con etapas como la del Sevilla. Sí le diré que un defensa nunca lesiona premeditadamente a un rival, porque ante todo es compañero.

Los duelos de su Sevilla con el Madrid eran de pierna dura.

El Madrid es un equipo con recursos infinitos y tú tienes que llevar el partido a tu terreno. Eso es más fácil lejos del Bernabéu. Aquellas semanas el técnico frenaba el exceso de motivación más que otra cosa.

El Sevilla siempre llevaba al Madrid a su terreno: usted y Caparrós en sala de prensa antes del partido, Cristóbal Soria en la banda...

Es lo que le decía, utilizábamos nuestras armas. Aunque el partido de los partidos era el derbi con el Betis. Lo primero que aprendes al llegar a Sevilla es que lo importante en un derbi es no perderlo. Yo tuve la fortuna, y puedo decirlo con orgullo, de jugar nueve y no perder ninguno con el Betis.

¿Es el derbi de los derbis?

Sí lo creo. Dirige el foco mediático a Sevilla y no hay ningún derbi que esté tan entrelazado en la vida social de la ciudad ni presente tanta igualdad.

¿Navarro y Alfaro podrían jugar en el fútbol de hoy?

El fútbol evoluciona, como la sociedad. Cuando yo jugaba nos preocupaban más cosas importantes del fútbol. Nos fijábamos menos en lo superfluo y en el faranduleo. Hoy el fútbol, como el resto de deportes, ha mejorado. En atletismo son más rápidos, en baloncesto saltan más y en natación nadan mejor. Y el fútbol ha desarrollado cuatro ámbitos: físico, técnico, táctico y psicológico.

¿Le ha sorprendido lo que ha ocurrido en las semifinales de la Liga de Campeones?

Creo que Real Madrid y Barcelona han pagado los excesos del calendario. El Barça llevaba muy exigido al Madrid en los últimos meses y aunque dio un puñetazo en la mesa en el Camp Nou, la tensión de jugar en una semana semifinal-clásico-semifinal es brutal.

¿Qué lectura hace del triunfo madridista en Barcelona?

Se han igualado las fuerzas. El triunfo del Madrid es fundamental para su autoestima porque además son estilos contrapuestos. El del Barcelona necesita años de cocción, trabajar sin urgencias, producir jugadores con un sello determinado. El del Madrid es directo, menos elaborado, necesita menos cocción y se ha recompuesto sobre la marcha sufriendo ante la hegemonía del Barcelona, algo doloroso.

¿Cómo ve al Mourinho técnico y su comportamiento?

A alguien capaz de ganar títulos en todos los equipos no se le puede discutir. Para él, el fin justifica los medios, pero nunca ha tenido un rival tan fuerte enfrente. Fideliza a sus jugadores y eso tiene mucho mérito.

¿Cómo explica la veneración del madridismo por él?

Había frustración en el entorno madridista por el dominio azulgrana. Y traen a Mourinho con una consigna clara: 'Hazlo como quieras, pero derrota al Barça'. Más que el partido ganado, fue clave la vuelta de Copa en el Camp Nou, la del 2-2. Ahí se dio cuenta que perdiendo el respeto al Barça podía ganarle. El problema es que el 5-0 inicial ha condicionado mucho a Mourinho.

¿Y lo de The Special One?

Mourinho está cómodo en el cuerpo a cuerpo. Nada bien en aguas revueltas. Pero creo que la crispación que fomenta afecta a su vestuario, porque hay jugadores que llevan mal la tensión. Les produce ansiedad.

¿Le parece que Guardiola es la antítesis de Mourinho?

Pep ha sido en estos cuatro años el paradigma del buen entrenador. Sabe perder. Me gusta los valores que transmite, su reacción en situaciones de presión, o que tras la derrota felicite al rival. Propone un estilo y cree en él hasta sus últimas consecuencias. Ves jugar al Barça, y a España, y transmiten que disfrutan en el campo. Y si has jugado al fútbol, sabes lo difícil que es eso y lo frustrante que es correr detrás de una pelota sin tocarla.

Si me permite, quiero seguir preguntándole por técnicos.

Dispare.

Javier Clemente.

En su currículum hay de todo. Tiene una papeleta complicada y como Mourinho disfruta con toda la parafernalia de lo extradeportivo.

Marcelo Bielsa.

Iré a verle trabajar a Bilbao. Es muy serio, meticuloso y perfeccionista. Ha sabido matizar el gran trabajo de Caparrós.

Por alusiones, Caparrós.

Un animal de competición. Comienza a jugar el partido el lunes a las 8 y lo termina el domingo a las 11 de la noche.

Vicente del Bosque.

Don Vicente ha dado muestras sobradas de cordura y, sobre todo, capacidad de adaptación. Llegan nuevas generaciones de entrenadores, pero él ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Y eso que hace 40 años que colgó las botas.

Una última: Pablo Alfaro.

En formación. He visto el fútbol desde la defensa y me divertía más vigilando delanteros mientras atacaba mi equipo, que achicando balones. Valoro la nuevas tecnologías, lo psicológico y la fuerza del grupo.

¿Seguirá por Sevilla?

Esperando mi turno.