Final en el Camp Nou

Para llegar a Múnich, el Barça debe de ganar hoy una final. Tiene a favor que la jugará en casa ante su público, pero parte con la desventaja de salir perdiendo por 0-1 y que cualquier gol que le haga el Chelsea computará doble. De esta final depende en gran parte la nota de final de año para los de Pep. Un éxito ante los ingleses supondría una bocanada de aire fresco para una afición alicaída tras el varapalo del sábado ante el Madrid.

Se enfrenta el equipo de Guardiola a una situación extrema. Llega a este decisivo partido después de haber perdido en Londres tras dominar el partido de cabo a rabo y de ser derrotado por el Madrid en la Liga en un encuentro que enterró las posibilidades de ganar el campeonato doméstico.

El barcelonismo no acaba de sacudirse de encima ese complejo de mandíbula de cristal en lo que afecta a su moral. La impecable hoja de servicios de este equipo a lo largo de tres años se ha visto agrietada por dos resultados negativos. En Londres, jugaron para ganar pero perdieron. Ante el Madrid, las carencias fueron más evidentes. Puestos fríamente uno y otro partido en los platos de la balanza, nada indica que lo de esta noche no vaya a acabar felizmente, pero las dudas se han inoculado en el entorno.

Levantarse.

No le queda otra a los jugadores de Pep que regresar a la versión que ofrecieron en Londres... pero acertando de cara a portería. En Stamford Bridge demostraron los de Guardiola ser mucho más equipo del Chelsea, pero los de Di Matteo impartieron una lección de efectividad.

Tras el episodio ante el Real Madrid, que ha servido para aumentar dudas, el técnico del Barça regresará a la versión más clásica de su equipo. Sin duda, juegan el partido más importante del año y serán las estrellas (incluidos Piqué y Cesc) los que tengan que sacar las castañas del fuego.

Ante ellos, estará un Chelsea que tiene muy claro cuál es su plan. Defenderse y esperar el hachazo. De hecho, así se juegan las finales.