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Liga BBVA | Zaragoza

Jiménez y el triunfo de los héroes inesperados

A falta de fútbol, Manolo Jiménez hace jugar a su equipo a la guerra de guerrillas. En ese estilo de agonía, ha acorazado el medio campo para hacer más rocoso al equipo y ha rotado futbolistas hasta implicarlos a todos: los jugadores se turnan en el molino y cada cual empuja hasta la extenuación.

<b>LA ÚLTIMA VARIANTE. </b>La posición avanzada de Dujmovic fue clave ante el Granada: el croata hizo el gol del triunfo, que en la imagen celebra con Lafita y otros compañeros.

Dado que el Zaragoza tiene poco fútbol en los pies, Manolo Jiménez lo pone a jugar con el corazón en la mano. Así ha conseguido que llegue vivo a mediados de abril, toda una hazaña cuando en febrero este mismo equipo amenazaba con precipitarse al descenso más prematuro de la historia. Después de su acusación pública en Málaga, el Zaragoza cambió tras la goleada en Anoeta. No sólo por actitud, también por medidas estratégicas: Jiménez desistió del medio campo creativo (Apoño-Rúben Micael) y ya contra Osasuna acorazó el pivote con un triángulo en el que han participado Pintér, Dujmovic, Zuculini, Apoño y Rúben Micael. La inversión final de los papeles este domingo (Dujmovic y el argentino por delante, con el croata de llegador a la frontal del área) ha sido la última y exitosa vuelta de tuerca en la incesante búsqueda del entrenador.

El Zaragoza es ahora mismo ya la confirmación futbolística de un lema estético: "El estilo es el hombre". Si a Jiménez le coreaban el Pizjuán por sus atributos, ha clonado ese modo agónico de jugar para lograr una buena cuenta de puntos con un mínimo asombroso de fútbol. La singularidad del caso la explican los nombres que han adquirido protagonismo en este mes y medio, héroes inesperados como Pintér, Dujmovic, Zuculini, Paredes de central o Abraham de lateral zurdo, con Obradovic delante... A tal punto confía Jiménez en ese armazón que en Sevilla se hizo un lío para solventar la baja de Abraham. Con pésimos resultados, como se sabe.

Lo demás -salvo Roberto, claro- ha cambiado de una semana a otra o de un partido al siguiente. Porque Jiménez le impone al equipo un ritmo tan enérgico de entrenamiento y competición que las lesiones musculares, las sobrecargas, los descansos y las tarjetas por jugar al límite han forzado muchos cambios. Además, el técnico ha administrado el cansancio y los estados de forma. Da Silva pasó por la nevera tras San Sebastián, Mateos fluctúa de la grada a la titularidad, Lanzaro y Pablo Álvarez hacen de comodines, Rúben Micael y Apoño se pasan la manija, Edu Oriol rota con Lafita y Luis García, mientras Aranda y Hélder Postiga se turnan arriba. En un tramo final de Liga de máxima exigencia, y de calendario muy apretado, Jiménez ha puesto a todos a empujar el molino. En ese reparto coral, sólo hay dos excepciones en la plantilla: Juan Carlos (que sólo fue titular en Valencia y cada vez juega un papel más residual) y el mexicano Barrera (apenas tres apariciones en las segundas partes).