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Liga BBVA | Real Zaragoza

El Zaragoza se queda sin margen para el error

El Zaragoza ya ha estado muerto una vez y el Pizjuán lo ha reinstaurado al abismo. El ritmo de los que le preceden llevan a pensar en una salvación en torno a 43 puntos: eso obligaría a ganar cinco partidos, y quizás algo más, de los seis que faltan. O sea: el equipo ya no tiene vidas extras.

<b>DURA MAÑANA. </b>Lafita y Roberto conversan ayer, serios, en la Ciudad Deportiva del Sevilla.

A su ritmo actual de puntuación, el Villarreal va camino de acabar la Liga con 42: si se toma como referencia, esa proyección obliga al Zaragoza a ganar cinco partidos y quién sabe si algo más de los seis que faltan, para seguir en Primera. Una hazaña en toda regla. Eso sí, la previsión es una mera hipótesis: el Villarreal puede llegar a esa cifra o no; o irse más arriba y que sea y otro el que se hunda en estas jornadas. Ha ocurrido antes. Así que el objetivo del Zaragoza consiste en no fijarse en el tamaño de la proeza que necesita, sino agarrarse al tópico: ir partido a partido. Ganando, eso desde luego.

La vida está cara. Los equipos que pelean por Europa han perdido muchos puntos y los han repartido como una pedrea por abajo. Por eso, a seis jornadas del final, la línea de permanencia está en 35. Pocas veces estuvo así de alta desde que la Liga da tres puntos por victoria: 36 en la 2003/04 (la permanencia costó 42) y en la 1999/00. Esa fue la más cara de la historia: el Betis, que llevaba 36 a estas alturas, descendió con 42, porque el Numancia alcanzó 45. En la 2007/08 la línea estaba en 37 puntos en la jornada 32 y amenazaba dispararse: acabó en 43 porque Osasuna -que iba 14º- sólo ganó tres puntos en las últimas seis jornadas. Y se salvó por los pelos.

A su favor, si acaso, el Zaragoza tiene que jugará cuatro partidos de los seis que le quedan en casa. Pero la estadística explica la dificultad de encadenar cuatro victorias, algo que en los últimos tiempos sólo ha hecho en la campaña 2006/07, la mejor de la década. Ahora necesita cinco de seis: es la última vida que le queda. En cuanto falle, se acabó.