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Europa League | Hannover 1 - Atlético de Madrid 2

Adrián ilumina la clasificación

Una maravilla del asturiano abrió la cuenta. Diouf empató para el Hannover. Falcao sentenció a pase de Diego. Courtois dio calma en los ratos de agobio.

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<b>¡A LAS SEMIS! </b>El equipo festeja en el césped del AWD Arena su pase a las semifinales de la Europa League. En la imagen, Godín, Koke, Domínguez, Falcao, Perea y Filipe.
¡A LAS SEMIS! El equipo festeja en el césped del AWD Arena su pase a las semifinales de la Europa League. En la imagen, Godín, Koke, Domínguez, Falcao, Perea y Filipe.

El Atleti vuelve a las semifinales de la Europa League gracias a las privilegiadas mentes de dos chavales, capaces de mantener la cabeza extremadamente fría en situaciones en las que el común de los mortales caería al suelo víctima del temblor de sus piernas. Durante una primera parte para olvidar, con el Hannover volcado al ritmo que le marcaba su fabulosa afición, Courtois mantuvo una calma sobrenatural, propia de esos niños chungos de las pelis de miedo. Balón que sobrevolaba el área, balón que bajaba del cielo sin variar el gesto. Y en la segunda mitad, con el 0-0 y la amenaza de que susto y muerte fueran lo mismo, Adrián se inventó un gol para recordar, una maravilla cuya ejecución hubiera puesto nervioso al santo Job. No a él.

Corría el minuto 64, pero parecía que andaba. El Atleti no vislumbraba la meta, cuando Adrián persiguió un balón propiedad de Pogatetz, al que le dio la vena solidaria y decidió compartir. Así que el asturiano se encontró con el balón y Pander intentado corregir. Cualquiera hubiera tirado, él no. Se escapó del lateral y vio a Zieler lanzándose a sus pies. Cualquiera hubiera tirado, él no. Regateó al portero con un cambio de ritmo y observó regresar como un loco a Pander. Cualquiera hubiera tirado, él no. Recorto al defensa, lo miró caer como un fardo y, ahora ya sí, levantó la cabeza y disparó, apuntando a donde un desesperado Pogatetz no podía llegar nunca. Un gol de locura. Los caprichos del tiempo: duró unos segundos, parecieron minutos y perdurará años.

Hasta ese destello deslumbrante, el partido había sido doloroso de ver por tenso y espeso. Simeone apostó por un centrocampista (Koke) en lugar de un atacante (Salvio) para cubrir la baja de Arda. Si la idea era tener más posesión, la idea falló, porque el Atleti se limitó a despejar lejos y a rezar. Con Diego exiliado a la banda, nadie ponía sentido ni orden y el Hannover se encontró en su salsa: "Colguemos balones, que alguno cazaremos". Entre córners, faltas laterales y la cabezonería de Pander, la bola sobrevoló el área con insistencia. Pero Courtois siempre llegó el primero.

Sin embargo, el riesgo era evidente y Simeone lo vio. En el descanso, mandó a Adrián a la banda y devolvió a Diego a su hábitat natural: el medio. Todo cambió y el Atleti tomó el mando. Al Hannover no le preocupó demasiado: mientras siguiera el 0-0, su plan podía cumplirse. Y entonces apareció Adrián.

Apuros.

El 0-1 hizo soñar con un final plácido, pero mantener a cero a un equipo alemán en su estadio es tan complicado como que el Atleti no lo pase mal hasta en los días felices. Y de la mezcla de ambas cuestiones nació el gol de Diouf­. Un saque de banda mal despejado por Godín, control con el pecho, media vuelta ajustada y a sufrir un rato. Por suerte fue corto.

Tras un barullo en el área que Abdellaoue remató fuera, Diego decidió hacer un homenaje a una afición que no paró de recordarle, con escaso cariño, su pasado en Bremen. Le robó el balón al entrañable Pogatetz, se fue de Eggimann y se la puso a Falcao para que sentenciase con un remate precioso. Tiró a trallón, pero en Alemania eso vale. Y así, con dos detallazos, el Atleti se planta en semifinales. Espera el Valencia, con cuentas pendientes de 2010. Bucarest les aguarda.