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HANNOVER 1 - ATLÉTICO 2

Un ataque para soñar

Adrián y Falcao meten al Atlético en semifinales con dos goles de bandera. El Hannover empató y metió presión pese a su poco fútbol. Partidazo de Diego. Godín, sancionado.

Actualizado a
Un ataque para soñar

El Atlético reúne de nuevo todos los requisitos para llamarse grande. Pelea por los títulos con asiduidad, no se encoge en escenarios hostiles, muerde cuando debe (y sin necesidad de gustar) y cuenta en sus filas con jugadores de tronío que aparecen en los días clave. Diego es uno de los mejores. Adrián el más elegante. Falcao personifica la pegada. El asturiano fue el encargado esta vez de deshacer un partido incómodo que no avanzaba nada bien. Al colombiano le tocó la labor de desatascarlo tras una amenaza inesperada del Hannover. Fueron dos obras de arte que demuestran que cuando hay un ataque de garantías, como el que tiene el Atlético, replegarse y esperar es un suicidio. Con tanta artillería sólo vale mandar y que obedezcan.

Independientemente del valor del premio logrado, el partido quedará en el recuerdo única y exclusivamente por los goles. Olviden el estilo. No merece la pena ni analizarlo. Con tanto en juego, casi nadie arriesga. Adrián se lleva todos los halagos. Con justicia. Su aportación no fue una cualquiera. Sabe que medio mundo mira ya estas eliminatorias. Para reivindicarse después de su última suplencia, y para sentenciar el pase, no se sabe el orden; decidió convertir un simple pase al hueco en el inicio de una jugada inolvidable. A Adrián le costó domar el balón a la carrera. Pero una vez que lo amortiguó, tiró de repertorio. Sonrojó a su marcador. Regateó después al portero en su desperada salida en vez de batirle de primeras. Y antes de empujarla, con todo a favor, prefirió sentar a otro rival antes de machacar. Más que un gol fue una obra de arte. La de Falcao no fue de tanta magnitud. Él prefiere la potencia. Sin embargo, sí es de más importancia. El Hannover había intentado aguar la fiesta minutos antes y su latigazo, otro más, aplacó cualquier indicio de revolución.

Primera mitad para olvidar

Hasta entonces, el Atlético había regalado demasiados minutos al Hannover. Es mejor y le dio miedo demostrarlo. De ahí que agotara el primer tiempo y sufriera al final. La suplencia de Salvio resumía el mensaje. Con su juego habitual bajó el mandato de Simeone, hubiera salido a hombros de Alemania. Con esas precauciones, pasó lo que tenía que pasar. Que un equipo agitado por su afición y con el balón directo como única arma sembró el pánico. Los goles y, más que nunca, la exhibición de Diego desviaron el plan timorato y lo condujeron hacia el libertinaje. Los tiempos han cambiado y este Atlético asusta a la carrera y hace temblar cerca del área. Se acabaron los complejos y temores.

El Atlético sólo pasó apuros durante diez minutos. No se engañen. El partido fue horroroso pero siempre se desarrolló de manera favorable para sus intereses. Sin achicar balones y sin mirar la hora. No vio peligrar el resultado salvo ese rato y si transmitió tensión es porque el 2-1 de la ida dejó una delgada línea de separación entre la alegría y el chasco. Al Hannover le sobran intenciones. Nadie lo discute. Como tampoco hay debate en que le faltan argumentos para buscar un título como el que está en juego. El equipo de Simeone no se acercó a Zieler hasta demasiado tarde y tan solo se aproximó en el primer tiempo con dos amagos puntuales. Uno tras un centro de Adrián y otro después de una descoordinada llegada de Koke. La obsesión fue no complicarse la vida en defensa y evitar cualquier pérdida en medio campo. Así, los riesgos fueron mínimos. Por ello, el objetivo se cumplió a costa de la imagen.

Las bajas claves continúan

Sin Juanfran, Gabi y Arda, únicamente Diego regaló detalles y fue capaz de aportar algo de cordura. La pena es que la presión inculcada por no fallar, y el irregular estado del césped, complicaron la vida a Mario y a Tiago para conectar con más regularidad con el brasileño. Sin la aportación de Diego, Adrián y, sobre todo Falcao, sólo se desgastaron en la presión hasta sus apariciones estelares. Nunca tuvieron envíos a la espalda que revalorizar. El Hannover entendió el plan de contención de Simeone y lanzó a sus laterales en busca de petróleo a la ligera. Sus centros y las roscas de Pander en la estrategia fueron sus únicos caminos hacia la remontada. Faltaron rematadores. Excepto en el gol, en el que Diouf convirtió en oro un simple saque de banda. El conjunto alemán disparó una vez con veneno. Y gracias a una de las múltiples faltas de entendimiento en la defensa.

El descanso modificó las pizarras. El Hannover entendió que quien no arriesga, no gana. El Atlético recordó que llegar al final en vilo era contraproducente. De ahí que ambos equipos se estiraran y dejaran de encogerse. La reanudación fue otra y el desenlace el esperado. El juego fue igual de trabado aunque con una pizca de más ambición. Por eso llegaron los goles, la clasificación y los sueños futuros. Este Atlético apunta alto, amenaza al Valencia y mira al título. En la ida faltará Godín, pero da igual. A este Atlético se le calibra por lo que tiene arriba.