Liga BBVA | Real Zaragoza - Villarreal
Dos ángeles caídos
Zaragoza y Villarreal luchan por salvar un año pésimo.
El Villarreal llega a La Romareda con una puntilla oculta, aunque sus intenciones resultan imposibles de disimular: hay que dejar un muerto en el camino, el agonizante Zaragoza, y arañar puntos hacia la permanencia. En el Zaragoza los partidos apenas alcanzan ya para mantener viva la llama de la esperanza. Más bien escenifican los síntomas del drama: primero se marchó Agapito; luego volaron tres jugadores; y ahora un sector de la afición aboga por abandonar el campo en la segunda parte. Hoy por hoy, el fútbol en Zaragoza es un parte de sucesos.
El Villarreal sabe lo que tiene enfrente, un equipo herido e imprevisible, y su trayectoria fuera de casa no invita a tomarse nada a la ligera. Sólo ha ganado un partido. El chispazo de Molina se ha apagado en los dos últimos partidos. Y la fila de lesionados no deja de crecer. El técnico hubo de tirar de tres del filial y jugará con Martinuccio en el ataque. Además Bruno viajó tocado, con lo que su ausencia dejaría el doble pivote para dos catedráticos de la Liga: Senna y Marchena.
Dignidad. El Zaragoza vive sujeto a ese respirador artificial que son las matemáticas. Para sentirse desnudo no le hacen falta tantas lesiones: basta con la de Hélder Postiga para que Jiménez tenga que tirar del filial; o del juvenil más bien, porque de ahí rescata a Jorge Ortí. Lleva semanas barajando jugadores y posiciones, así que (salvo por la certeza de Aranda) todo es susceptible de variación. Dujmovic puede volver al once, como central o pivote. De ello dependerá la posición de Rúben Micael. Los detalles han perdido importancia. El Zaragoza juega para tener una muerte digna.