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Liga BBVA | Espanyol 0 - Zaragoza 0

En pijama y sin Champions

Al Espanyol le cuesta entrar en el partido. Roberto, tan decisivo como la estrategia. Coutinho ya brilla, pero faltan vías de escape. El Levante no 'ayuda'.

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En pijama y sin Champions
En pijama y sin Champions

La Liga pinta a más blanca que nunca y la permanencia adquiere desde ayer un leve tono blanquillo, tras la hazaña del Zaragoza ante un Espanyol que le ha brindado seis de sus 15 puntos. Se podrían haber invitado a algo los de Manolo Jiménez como aperitivo, por lo ideal de la hora en que acabó el partido. Aun así, el Zaragoza sigue a nueve de la salvación y depende de lo que hoy haga la Real Sociedad. Mucho más cerca, pese a la derrota y su falta de maña en la elaboración precisamente ayer, ante los maños, sigue teniendo el Espanyol la zona Champions. Empezó el partido en pijama blanquiazul -como el que visten los hijos de Pochettino- por lo que tardó en entrar en el juego, y concluyó la jornada bien entrada la noche, de nuevo en pijama, y esperando que el Levante perdiera por cuatro goles en el Bernabéu para ser cuarto de rebote. La carambola quedó incompleta con el 4-2 del Real Madrid, así que la sensación es de oportunidad desperdiciada, de bala perdida en una recámara que, por desuso desde 2005, nadie sabe cuántas muescas más guarda.

Decíamos que la salvación es algo más blanquilla aunque, en realidad, ayer el Zaragoza vistió de negro y amarillo. De avispa, vamos, lo que le hizo ser más avispados (valga la redundancia) y asestar dos picaduras determinantes, los goles, en sendas acciones de estrategia, e inmovilizar a un rival que si bien dispuso de ocasiones, no encontró en ningún momento la frescura de otros días. De, por ejemplo, las siete jornadas que llevaba sin perder. Las alas de la avispa zaragocista fueron más resistentes que las de los pericos, en gran medida por la acumulación de jugadores por el centro y, también en parte, por la incorporación de los laterales al ataque, lo que preservó que los de Pochettino se lanzaran con todo al ataque. Aun así, Coutinho desplegó la magia que de él se esperaba y estrelló dos balones en los palos. Y se asoció con Weiss, otro de los artistas blanquiazules. A ellos y al resto del conjunto, sin embargo, les sobró ayer ese último pase como para redondear jugadas imposibles que otras veces (sin ir más lejos, en San Mamés), resolvieron con disparos desde la frontal.

Pero, si los tantos de Da Silva y Juan Carlos sirvieron al Zaragoza para sumar tres puntos, no menos valiosa resultó la aportación de Roberto. Toda construcción se basa en unos cimientos, y el guardameta, ataviado de rojo pasión, salvó en incontables ocasiones a los suyos. Un muro infranqueable para quien se le plantara delante, como Uche en la primera mitad (desatinado en su debut como titular), o Romaric y Coutinho, éste último con insistencia, en la reanudación. Entre Roberto y los postes desbarataron hasta diez ocasiones clarísimas del Espanyol, y eso que le faltó más finura en los metros finales.

Luis, inicio y final. Se preveía que iba a ser uno de los protagonistas de la matinal. Y lo fue. Luis García no sólo envió el primer chut a puerta del partido, en el 4', sino que sirvió la falta lateral que acabó con el 0-1 de Da Silva, de cabeza, completamente solo en el segundo palo. Y, para demostrar que la memoria está por encima del momento, acabó dando media vuelta de honor ovacionado por la grada. Quizá ayudó el hecho de que se enfundase la camiseta del Espanyol. La de Rui Fonte, para más señas.

En el anterior partido del Espanyol como local, el jugador que se marchó entre cánticos había sido Casilla. El portero quiso emular ayer su monumental actuación del día ante el Mallorca, y casi lo consigue en un par de salidas ante Postiga, ya con el 0-1. Pero su zaga y el ímpetu por conseguir a cualquier precio el empate acabaron por condenar su buena actuación y las opciones del Espanyol por puntuar. Fue en el añadido. Otra falta lateral, que Micael botó rápido, ágil, y que Juan Carlos remató ante la inmovilidad de la retaguardia. Fue la astucia del 0-2 lo que le faltó ayer a los pericos cuando tenían el viento a favor. Les faltó maña, pero afortunadamente sí disponen de un mañana para alzar de nuevo el vuelo. Aunque sea en pijama.