Hundir al vecino, la mejor manera de salir a flote

El vaso se puede mirar medio lleno o medio vacío. Este Girona Nàstic es el peor derbi de las últimas cuatro temporadas. Pero también va a ser el derbi más intenso. Igualmente, una derrota significaría irse de vacaciones intentado digerir un fuerte traspiés. Pero una victoria permitiría contemplar la realidad desde una perspectiva más optimista. La situación de Girona y Nàstic pone sobre la mesa argumentos para vivir un derbi de los de verdad. La fuerza defensiva de los grana ha sido vital en su reacción pero sin llegar a salir del descenso, el globo ha empezado a perder algo de altura. El equipo tiene solidez y sabe encontrar el camino, pero le falta la chispa que prende la hoguera. Sin Powel, la calle que lleva al gol hace demasiada pendiente, pero el retorno del punta Roberto Peragón a Montilivi asusta.

El Girona tiene demasiados retos en un mismo partido, empezando por saldar sus deudas con la efectividad de cara a portería, ante un Nàstic que desde la llegada de D'Alessandro solamente ha recibido dos goles, y acabando por cerrar el año natural poniendo la primera piedra del búnker en el que debe convertir Montilivi. Raúl Agné, técnico rojiblanco, recupera a Moha, su hombre para todo, y podría situarlo en el lateral izquierdo ante la baja de David García. El viejo rockero marroquí le da al equipo alma de luchador, espíritu más que necesario para salir de las trincheras. En el Nàstic lo aportan gente como Peragón y Morán, una sociedad de muchos quilates que debe guiar al equipo y sin Powel, hacerse valer. Montilivi no dictará sentencia, todavía queda mucha temporada y muchos puntos en juego, pero marcará tendencia y determinará si el turrón es dulce o amargo.