Liga BBVA | Athletic
La 'locura' de Bielsa va contagiando al sector más purista del Athletic
La peculiar locura de Marcelo Bielsa comienza a dar sus frutos en Bilbao. Sus síntomas son una disciplina de trabajo espartana, minuciosidad obsesiva, ambición desmedida, alto sentido del compromiso y una pasión desbordante. Con esos ingredientes cocina el nuevo Athletic.
Iñigo Pérez, uno de los descartados por Bielsa, sangraba abundantemente tras un encontronazo con Gorka. Enfilaba el camino del vestuario conmocionado cuando el Loco le llamó la atención. "¡Pare, pare, pare! ¿Está usted en condiciones de seguir?". El jugador, aún sonado por el golpe, balbuceó: "Si usted quiere, sí". El rosarino respondió con retranca: "No se preocupe, si usted se muere es responsabilidad mía". Los compañeros, que rodeaban al navarro, le dedicaron un sonoro aplauso, sin saber que con aquel gesto Pérez se había ganado a Bielsa, quien le reintegró en el grupo y le dio la titularidad en el Sánchez Pizjuán, donde el de La Chantrea exhibió su talento. Este episodio dimensiona el nivel de compromiso que exige Bielsa, equiparable a la dedicación que se autoimpone a sí mismo.
Espartano. La madre de Bielsa crió a sus hijos con firmeza espartana. Compraba El Gráfico a principio de semana y dependiendo del comportamiento de sus hijos, el viernes se lo entregaba o lo archivaba. Bielsa ha traducido esa determinación en una vehemencia volcánica: "¡Armaaaados! ¡Apriete Flaco!". El Loco programa intensos entrenamientos de hasta tres horas y media o sesiones dobles 48 horas antes del partido. Cada mañana, mientras los jugadores desayunan juntos, Claudio Vivas, Pablo Quiroga, Diego Reyes y Luca Marcogiuseppe escenifican el panorama diseñado por Bielsa en su cabeza el día anterior. Lezama parece Omaha Beach el día del Desembarco de Normandía. Luca es un entrenador argentino que desarrolla en el Athletic una pasantía, prácticas necesarias para obtener el título de entrenador. Es habitual verle correr de un lado a otro clavando picas, colocando cintas, situando conos o distribuyendo monigotes. Pero las estrellas son los muñecos hinchables, los más altos del mercado (miden 1,90), traídos de Valencia por reproducir fielmente la envergadura rival. Esa minuciosidad enfermiza provocó, entre otras cosas, que ante la Real Sociedad Llorente marcase un gol en una jugada ensayada con un centro medido de Amorebieta a la espalda de la barrera. La misma que forman esos monigotes que viajan por Europa cada vez que el equipo se desplaza, convirtiéndose en atracción de periodistas y aficionados rivales. También de técnicos llegados de todo el mundo para filmar los entrenamientos. Hoy unos daneses comparten grada con Urzaiz. En el césped los jardineros, protagonistas desde la llegada del Loco, trabajan sin parar. Minuciosidad militar y firmeza, síntomas de la locura.
José Luis regenta Casa Rufo, restaurante insigne de Bilbao. Fue jugador del Athletic en categorías inferiores antes de compartir vestuario con Cruyff en el Levante. "Pase lo que pase, Bielsa ha cambiado la mentalidad del Athletic. En Sevilla marcaron los laterales y en el descuento, con 1-2, mandamos ¡cinco a rematar un córner! No ocurría desde Heynckes. Cada día que pasa en el Athletic, el futuro del club mejora". Pero no todos piensan así. Bielsa ha sustituido a un Caparrós que dejó al equipo sexto y avalado por un proyecto ampliamente respaldado. Sorprende el cambio, pero 12.000 socios, en las elecciones más masivas de la historia del club, apoyaron a Josu Urrutia provocando el desembarco de Bielsa. Para entonces, el Loco había desmenuzado 80 vídeos del equipo, y de futbolistas cedidos al Huesca y Albacete, entre otros. Algo que no impresiona a unos escépticos que recelan de la llegada de "un argentino ajeno al entorno". "Es un riesgo. Caparrós metió al equipo en Europa y nadie nos asegura que esto salga bien", apunta José Ramón, dueño del bar Stadium, situado frente a San Mamés. Sin embargo, la actitud del equipo, más que los resultados, han enterrado prejuicios en la trinchera purista, desatando al tiempo la euforia en la orilla de quienes abanderan la recuperación del Gure Estiloa (Nuestro estilo), el seny del Athletic, el señorío de los leones. La ambición desmedida es otro indicio de la locura.
Pasión. Mientras las dudas sucumben frente al estajanovismo de Bielsa en las remozadas calles del moderno Bilbao, el argentino sigue embelesado con el palacio de Ibaigane. Bielsalandia se ha instalado a pies del Guggenheim y su población crece con el paso de las semanas. Sobre todo cuando su semblante serio se suaviza al salir del campo de entrenamiento. Cosa que ocurre cuando le regalamos un número de El Gráfico del año 92, en el que se disecciona su primer título en Newell's. Es la pasión la que guía eso que llaman "locura" en Bielsa, que no es más que una cordura enfermiza. La misma que ha comenzado a contagiar al sector más purista del Athletic.