Ghiggia
"Barboza hizo lo lógico. Lo ilógico lo hice yo al disparar a puerta"
Alcides Edgardo Ghiggia, autor del gol del triunfo del Maracanazo y único superviviente charrúa, iba para baloncestista, pero le tentó Peñarol y el resto es historia.
¿Cuántas veces ha contado la jugada?
¿La del gol? Miles. Pero nunca me canso de hacerlo.
¿Podría pedirle que lo hiciera una vez más?
Por supuesto. Retrocedí con la pelota hasta el mediocampo, el marcador de punta me encimó y le tiré una pared a mi compañero de ala, Julio Pérez, que me la devolvió al espacio. Llegué rápido -si algo tenía con 22 años era velocidad-, tracé la diagonal, sorteé a Bigode y al llegar a la línea de fondo levanté la cabeza y vi entrar a nuestro centrohalf, Míguez...
...(se toma su tiempo)...
...Pero como en el primer gol hice la misma maniobra y di el pase de la muerte a Schiaffino, Barboza dio un paso adelante para tapar un posible remate del centro dejando hueco en su palo. Entonces disparé a puerta y marqué gol.
Y condenó a Barboza a cadena perpetua en Brasil.
Nunca entendí eso. Él hizo lo lógico, el que hizo lo ilógico fui yo al disparar a puerta. Los partidos los ganamos todos y los perdemos todos. Él no tuvo más culpa, por ejemplo, que Bigode, a quien encaré durante todo el partido y superé siempre. En la primera parte me paró a base de faltas y les dije a mis compañeros que podíamos entrar por ahí. Era lento.
Antes del partido ni los suyos apostaban por ustedes.
Nadie. El día antes unos directivos de la federación uruguaya se reunieron con Obdulio, Gambetta y Máspoli, los veteranos, y les dijeron: "Traten de no comerse seis, con cuatro estamos cumplidos". Regresaron a Uruguay la mañana del domingo, antes de la final.
Y su seleccionador, ¿realmente les incitó a jugar defensivamente que para evitar una derrota humillante?
Sí, Juancito habló y luego salió. Obdulio cerró la puerta y tomó la palabra. Era un caudillo. Nos dijo: "Chicos, ustedes saben que podemos ganarles. No hagan caso a los diarios ni a la gente. Ustedes han visto que ya les dan por campeones. Sólo les falta poner el marcador. Y Jules Rimet (presidente de la FIFA) lleva un discurso escrito en portugués en su bolsillo para felicitar a los campeones. Salgamos ahí afuera y ganemos a esos japoneses".
¿No hablaron de táctica o de vigilar especialmente a algún jugador determinado?
Pocos recuerdan que habíamos jugado la Copa Río Branco ante Brasil dos meses antes. Ganamos un partido (4-3), perdimos otro (1-0) y caímos en el desempate (2-1). Pero la sensación de que podíamos ganar estaba ahí. Hablamos de aguantar a Brasil en el primer tiempo y frenar a Jair y Ademir.
¿Y ustedes?
Teníamos un equipo competitivo. Estaba Schiaffino, que era un adelantado a su época. Cuando recibía la pelota, ya sabía donde iba a enviar el pase. En mi costado jugaba Julio Pérez, Siete Pulmones, porque no dejaba de correr. Yo tenía 22 años, era rápido y utilizaba indistintamente las dos piernas, una ventaja para desbordar.
El ambiente era espectacular en Maracaná.
Imagine. 200.000 personas y gente entrando al campo ocho horas antes. Pero a nosotros nos importaba poco. No miramos a la grada y fue Gambetta, no Obdulio, quien dijo lo de "los de arriba son de palo".
Aguantaron el empate el primer tiempo.
Aguantamos bien a Bauer y Zizinho, Obdulio frenó a Ademir y llegamos empatados. En el descanso hablamos de que era la hora de ir a por ellos. Así que el gol de Friaça no nos trastocó los planes especialmente.
Obdulio protestó durante cuatro minutos un fuera de juego inexistente. ¿Esa artimaña fue decisiva?
Sí. El Negro se fue a por Reader, y comenzó a protestarle. Le dijimos, "¿Qué haces?". Y respondió: "Miren a los brasileños". Estuvo cuatro minutos haciéndose entender con el árbitro, que no hablaba español, ni, por supuesto, Obdulio inglés. Ahí palpamos el pánico de los brasileños.
Pero su gol se hizo esperar.
Sí, pero comenzamos a sentirnos cómodos. La pelota era celeste y los blancos se pusieron nerviosos. Porque ellos iban de blanco, y por aquella derrota cambiaron a la verde-amarelha. Dicen que el blanco les dio mala suerte. Luego cargamos por mi banda, como hablamos. Obdulio me envió un pase que perseguí hasta la línea de fondo y puse atrás para Schiaffino, que la clavó en el ángulo. Y luego llegó mi gol.
Si en Argentina la voz del fútbol es la narración del gol de Maradona a los ingleses de Víctor Hugo Morales, en Uruguay es la de Carlos Solé de su tanto a Brasil. Cada 16 de julio se oye: "Ghiggia se le escapa a Bigode. Avanza el veloz puntero derecho uruguayo. Va a tirar. Tira. Goool, goool, goooool, goooooool uruguayo".
Es lindo, me emociona siempre que lo escucho.
Dicen que su gol convirtió Maracaná en un cementerio.
Su hinchada entendió que era el fin. Había 200.000 personas, pero se escuchaban las órdenes desde los banquillos. Comprendimos que el partido se decidió en ese instante.
¿Es verdad que usted seguía atacando para lograr el tercero y que su técnico le pidió que ayudara en defensa?
Ellos estaban muertos. No habrían marcado aunque hubiéramos jugado cien años más.
Reader pitó el final y...
Obdulio me levantó en volandas, celebramos el título y Rimet le entregó la Copa a escondidas. El partido finalizó alrededor de las 16:45 y no salimos de Maracaná hasta las 19:30 por temor a la reacción de los aficionados, pero debo decir que el trato fue exquisito.
Dice la historia que lo celebraron por todo lo alto en Río.
Esa leyenda es falsa. No pudimos salir a celebrarlo porque estuvimos buscando al tesorero, pero se había ido a celebrarlo con los directivos de la federación. Nos tocó poner a cada uno lo que teníamos para comprar sandwiches, cervezas y cenar esa noche en el hotel. Al día siguiente sí salimos.
Duilio De Feo, el 'speaker de la victoria' en Brasil, reveló que en la calle esperaban aparcados 11 coches para los brasileños como premio al título. ¿Ustedes recibieron algo?
250 dólares y un reloj. Obdulio se compró un Ford usado del 31 y se lo robaron a la semana siguiente. ¡Qué pena!
¿Cómo era Obdulio?
Un líder. Nunca conocí a nadie tan ganador. Sin él habría sido imposible lograr la proeza. Y una persona excelente.
¿Murió en la pobreza?
Obdulio lo daba todo. Siempre te ofrecía lo suyo. Era una persona muy generosa.
Fueron conscientes de que su gesta marcó a una generación de brasileños.
Por supuesto, pero nuestro deber era ganar aquel partido.
Hubo suicidios y un diario tituló 'Nuestro Hiroshima'.
Nunca he visto llorar a un país tanto ni tan unido como a Brasil el 16 de julio de 1950.
Eduardo Galeano cuenta que Ary Barroso, el músico autor de 'Aquarela do Brasil', estaba transmitiendo el partido y decidió abandonar el oficio de relator al finalizar el partido.
Esa derrota fue un golpe histórico. Organizaron un Carnaval y estaban en campaña electoral. Fue la primera vez que un anfitrión perdía un Mundial así.
¿Es consciente de la trascendencia de aquel gol?
Lo metí con 22 años y solo el paso del tiempo me ha enseñado a comprender su importancia. No sé qué me llevó a disparar, pero es la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Le proporcionó un sustancioso contrato en Italia.
Sí, conocí el profesionalismo jugando nueve años en el Roma y uno en el Milán.
En Roma es usted un mito.
Me hicieron jugar, sin firmar el contrato, un amistoso con el Charlton ante 55.000 tifosi. Me enamoré de Roma.
¿Ganó mucho dinero?
En dos años hice 12 millones de liras. No sé cuánto era, pero me favorecía. Nací antes de tiempo, si hubiera jugado en Italia ahora sería millonario.
Colgó las botas en Uruguay.
Sí, regresé a Uruguay, al Danubio, donde seguí marcando goles hasta los 42 años. ¡Y decían que tenía mala vida!
También decían que le gustaban mucho las mujeres.
¡Claro! ¡Y a quién no le gustan las mujeres!
Y a sus 84 años, ¿le siguen tratando bien?
Mire amigo, uno pierde el físico, pero nunca el talento.
Señor Ghiggia, un honor.
Me saluda a España. Acá seguiré yo con mi cuentito. Se lo debo a mis compañeros, los Leones de Maracaná. Así nos bautizaron aquel 16 de julio...