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Liga BBVA | Real Madrid

Guapo, rico, famoso...y también cariñoso

Cristiano se volcó con los jóvenes discapacitados del Centro Navas de Tolosa del barrio de San Cristóbal de Los Ángeles.

<b>"¿QUÉ TAL, CAMPEÓN?". </b>Cristiano saludó a todos los alumnos.

San Cristóbal de Los Ángeles es un barrio humilde y obrero del sur de Madrid. Junto a las vías del ferrocarril se encuentra el Colegio Navas de Tolosa, en el que un tal Raúl González Blanco acudió a sus clases hasta que con 17 años el fútbol y el talento le llevaron al estrellato y los focos del Bernabéu. En un ala lateral del colegio, hace años se creó un espacio para atender a 52 chavales y adultos con discapacidad intelectual. Un total de 17 profesionales cuidan a estos afectados para mejorar su autonomía personal, frenar su deterioro físico y psíquico y mantener y mejorar su entorno familiar.

El pasado jueves, a eso de las 15:35 horas, apareció en el Aula de Educación Cristiano Ronaldo. Los profesores no les avisaron de la ilustre visita para evitar que se alterasen emocionalmente. Cristiano llegó con una sonrisa diáfana y sincera que los chavales tardarán en olvidar. Uno de ellos le miró perplejo, primero, y entusiasmado, después: "¡Dios, mío, es Cristiano Ronaldo!".

Amador se lanzó a él como si acabase de encontrar la luz que buscan todos los alumnos de esta escuela patrocinada, sin ánimo de lucro, por AFANDICE (Asociación de Familia de Niños Diferentes con Cuidados Especiales). El portugués se abrazó a él sin titubear un momento. Luego se dirigió al resto. "¿Qué tal estáis? ¿Tú eres del Madrid?". Un joven de 22 años, pero con la ingenuidad de un niño de tres, le dijo: "Cristiano, yo soy del Atleti, pero tú eres el mejor...".

Emocionado. El crack portugués mostró su lado más humano y cariñoso a medida que fue visitando las aulas y las zonas de trabajo de esta escuela acostumbrada a vivir y trabajar en el anonimato. Se emocionó un par de veces y le repetía a Mendes, su amigo y representante, "Jorge, esto es muy duro, pero estos chicos son increíbles. Se merecen todo lo que hagan por ellos".

Sagrario, la directora del Navas de Tolosa, le fue enseñando el gimnasio, la Sala de Estimulación Sensorial y el Aula de Informática. Durante 43 minutos, Cristiano se olvidó de la presión diaria del fútbol de élite y de su fama autoproclamada de deportista "guapo, rico y el mejor". Cristiano recordó su infancia dura y austera en Funchal. Y regaló algo impagable a estos críos discapacitados: ilusión y una sonrisa.