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Liga BBVA | Levante 1 - Real Madrid 0

Del pardillo al siniestro total

Expulsión infantil y decisiva de Khedira. El Madrid fue del regular al horrible. Turienzo se tragó un penalti de Iborra. Premio al trabajo del Levante.

Luis Nieto
Actualizado a
<b>A LA GRESCA. </b>La tangana en el 40' cambió el transcurso del partido. Turienzo mostró la segunda amarilla a Khedira por un rifirafe con Ballesteros y dejó al Madrid con diez.
A LA GRESCA. La tangana en el 40' cambió el transcurso del partido. Turienzo mostró la segunda amarilla a Khedira por un rifirafe con Ballesteros y dejó al Madrid con diez.

El mismo lugar y un crimen aún peor. El Madrid de Khedira y Kaká retrocedió estrepitosamente en Valencia y sufrió una de esas bofetadas cuyo dolor no remite hasta el final. La expulsión del alemán y un penalti clamoroso no señalado por Turienzo acentuaron el malestar general. Lo aprovechó un Levante encomiable, laborioso y pícaro. El Madrid rodó por la pendiente desde el regular hasta el horrible y se traspapeló tácticamente, con Cristiano y sin él, para regresar a la dinámica de verle el cogote al Barça.

Como en el mejor cine de acción, género que cultiva el Madrid, justificó la trama una pelea repleta de culpables y con un solo pardillo: Khedira. Turienzo se merendó una falta a Di María, éste lo pagó con una entrada desagradable a Juanlu, Iborra tocó la cara al argentino, que se desmayó como abatido por un balazo, Ballesteros se agachó para 'comerle la oreja' y Khedira se metió en el papel de absurdo justiciero, lo que le costó la segunda amarilla. Era el minuto 40. Ese enredo mató al Madrid en una visita llena de espinas por el oficio del rival, por el césped cuarentón, por la suplencia de Cristiano, por el empuje de una grada que hinchó como un pez globo al Levante.

Mourinho puso a Khedira para atender a la ortodoxia de un mediocentro puro junto a Xabi Alonso sin que haya demostración científica de que el guipuzcoano juegue peor solo que con compañía. Tampoco quedó claro en un curso de convivencia que el alemán mezcle bien con él. En partidos así, Xabi puede con la letra y con la música, con el corte y la creación, sin verse desbordado por el trabajo. Esa medida, más la suplencia forzosa de Cristiano, le quitó al Madrid el punto festivo, vigoroso y loco que le daba Coentrao en el centro. Con ese estilo plano que imprime Khedira (sin el cual el Madrid había ganado los tres partidos anteriores) recibió poco pero pegó muchísimo menos. Y en partidos así se pagan intereses de demora. Se alarga el tanteo y luego no queda tiempo para el KO.

Kaká no despega. Tampoco tuvo éxito la dirección de obra de Kaká. El Madrid le necesita porque es un activo carísimo y porque alguien debe apretar a Özil, futbolista de rentabilidad variable, con demasiados minutos valle, más de los que se asumen incluso en el caso de los artistas. Pero Kaká no es ahora un jugador remolque sino, en el mejor de los casos, un buen acompañamiento. No fue el culpable pero tampoco la solución.

El Levante empleó todos los argumentos admisibles para su modestia: colocación, oficio ante el adversario y ante Turienzo y antipatía en los marcajes. Terrenos todos en los que se maneja con soltura Ballesteros, el jefe del partido. Y no pasó demasiados apuros, más allá de los que se buscó Munúa, con aceite en sus guantes. Benzema tuvo las dos ocasiones más potables: una la estrelló en las piernas de Nano con Munúa rendido, otra la despachó de un voleón cuando se exigía una vaselina. Conforme pasaron los minutos, el Madrid se ahorró los intermediarios, lo que, al contrario que en el mercado, encarece mucho las operaciones. Atascada en las trincheras la guerra convencional, el Madrid buscó el argumento nuclear de Cristiano. En realidad Mou le ve como el mejor nueve de cuantos tiene y así lo dejó claro en la cadena de clásicos del curso pasado. Y también como el antídoto perfecto en situaciones de inferioridad: nada mejor que poner a un futbolista que vale por dos.

Sin embargo, la cosa fue a peor para el Madrid. También para Turienzo, que se tragó un penalti por mano escandalosa de Iborra. Y el Levante fue cogiendo cuerpo y atrevimiento. Juanlu perdonó la primera, pero el Madrid ya había perdido el orden y la razón y Koné se lo hizo pagar. Su derechazo descomunal le mandó a la lona. Ya no se levantaría. Fue un paso atrás en la lucha por la permanencia, que diría Mourinho.