Dos amigos bajo la lupa

Sporting y Racing se han convertido en sospechosos habituales. Entre otras cosas porque llevan dos temporadas consecutivas, por citar los hechos más recientes, llegando a la recta final con más puntos que sus rivales directos y, por tanto, con menos angustia. Y, ya se sabe, para los que ahora se juegan su futuro y dependen de otros resultados, este partido está envuelto por un ambiente de amiguismo que les inquieta. Pero Sporting y Racing también son vigilados porque donde otros ven un problema y una rivalidad a la proximidad geográfica, ellos la entienden como un privilegio. Les gusta estar tan cerca. De ahí que todos los veranos disputen un tradicional bolo en Barreda o que, para entenderlo mejor, un técnico de Cantabria como Preciado mande en Gijón y uno asturiano como Marcelino lo haga en Santander.

El lío.

Sin embargo, hay ciertos comportamientos que han molestado. La temporada pasada el Racing necesitaba ganarle al Sporting y lo logró con dos goles de Tchité ante los cánticos de la Mareona. Y ahora, el presidente de Cantabria, Revilla, ha arengado a las masas para que la afición racinguista acuda a El Molinón con el objetivo de devolver ese cariño. Unos gestos que han alertado más al que duda.

Aun así, lo único demostrable es que al Sporting esta vez busca un punto más para lograr la permanencia y unirse así a la fiesta de su adversario, aunque la podría disfrutar también si se dan varios tropiezos en otros estadios. Preciado tirará de su equipo de gala (con Novo) molesto porque nadie haga caso a la lógica y vea posible que su equipo, uno de los mejores en casa de la segunda vuelta, siga la racha.

El Racing, por su parte, ya ha hecho los deberes. Por eso se ha permitido viajar en el día. Hoy empieza su pretemporada. Aun así, intentará agotar sus posibilidades de entrar en la Europa League. O debería. Para ello, Marcelino presentará un once reconocible aderezado con algún chaval (Mario y Tato) y algún suplente (Ariel). Juegue quien juegue será inevitable que unos crean ver un derbi de máxima rivalidad y otros un pacto de Llanes (II parte), y que mientras los más románticos analicen los sistemas y las estrategias, los más escépticos vigilen posibles guiños de complicidad o errores intencionados. Bienvenidos al escenario más repetido de todos los finales de Liga.