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Liga de Campeones | La contracrónica desde el lado culé

La vuelta al campo

Era mucho más que una semifinal; el Madrid hizo un trabajo dignísimo; es posible que el gol anulado (los madridistas dicen que fue justo; los culés que no lo fue) genere otra polémica aunque es cierto que el balance es favorable al Barça.

Juan Cruz
La vuelta al campo

¡Qué portero!. El Real Madrid tiene que cambiar la estatua de La Cibeles; quien debe estar ahí, en las grandes ocasiones futuras, que el equipo las tendrá, seguro, es Iker Casillas. Lo que hizo el portero del Real Madrid en la primera parte de anoche es auténtica antología. Casillas tiene algunos valores superlativos para un guardameta, entre ellos el valor de la serenidad, en el juego y en la vida; su naturalidad es notable en el campo de juego; donde él pone acierto el equipo pone aplomo, y siempre es mejor que todos. Incluso que los delanteros contrarios. La primera parte fue todo un recital suyo. Y un recital de Messi. Pero, qué portero.

El enigma. Este partido ha tenido, injustamente, el protagonismo de Mourinho. Eso elimina el protagonismo de su equipo, que fue estupendo en muchos lances del juego, al principio de la primera parte, y en muchos tramos de la segunda mitad. Hubo pasión, como corresponde a un choque de esta rivalidad, y hubo dignidad; el equipo esta vez estuvo por encima de las expectativas, fue mucho mejor que en Madrid, y lo fue porque hizo de la ilusión un factor importante. Los madridistas no querrán oírlo, porque así es el fútbol, los aficionados escuchamos poco, pero creo que al equipo madridista le sobran las faltas; a los otros también, pero en el Madrid las faltas son reiterativas y, a mi juicio, casi siempre innecesarias. Ese es un enigma: ¿por qué se arriesgan? El otro enigma es Mourinho, y lo es de tal manera que anoche no estuvo, y que no estuviera, fíjense, no fue tan relevante en el desarrollo del partido.

El juego. Me gustó mucho el partido, qué quieren que les diga. Tuvo todos los componentes de una buena competición; hubo fuerza, velocidad, ejercicios malabares, algunos goles fallados (y parados por Casillas) y uno al menos que no tuvo la fortuna de quedar reflejado en el marcador. Sería inconveniente que este sea el origen de la batalla siguiente en esta interminable ristra de partidos, todos los cuales han llevado aparejada una controversia exagerada. El árbitro estuvo mal, pero el partido no tuvo demasiado que ver con el trencilla, hasta que vino el tanto de la disputa. Del resto, el partido fue jugado por dos equipos conscientes de que el resultado de la eliminatoria no significaba lo que de veras son el Barça y el Madrid. Así que esta estrechez del resultado final, 3-1, dice mucho más de la realidad que el 0-3 que puso Pedro, el de Abades, en el marcador justo después del gol de la controversia.

"Me jode". Dijo anoche Guti en el Carrusel que le fastidiaba el resultado: "Me jode". El Madrid tenía esta vez su gran oportunidad, que agarraba al Barça en el peor momento de su reciente historia; pero el equipo azulgrana se merecía tanto como el Madrid esta oportunidad. Es imposible a estas alturas esperar que los aficionados de uno y de otro equipo nos juntemos para celebrar que, al menos, haya pasado un equipo español a la final. Eso no se da en el fútbol. En el fútbol no hay patrias sino patrias chicas, y es natural. El Madrid es el adversario del Barça. No estaría mal que el Barça, que es el rival del Madrid, también, empiece a pensar con su oponente en las cualidades y en los defectos de esta difícil, arriscada, eliminatoria. Por lo menos, hay lunares oscurísimos, y estos lunares no están sólo en un lado. No apareció Mourinho; a lo mejor es que él es el primero que empieza a borrarse de esos lunares.

Festejo. Los que ahora se quejen de que el Barça haya dado la vuelta al campo no son generosos. En Madrid estaba preparada La Cibeles, ojo al dato.