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Real Madrid - Barcelona | La contracrónica desde el lado madridista

Stark=Ovrebo

Pepe, a la calle. Mourinho, a la calle. Ramos, castigado para la vuelta del Camp Nou. Stark, el alemán de guardia, sonriente. Ahora entiendo la estrategia de Guardiola. Se ha salido con la suya. Y Platini, feliz. Y Villar, más. ¿Por qué?

Stark=Ovrebo

Con diez, ¡faltaba más!. Lo de Mourinho empieza a resultar profético. Lleva tiempo avisando que ante el Barça siempre sus equipos acaban con diez, y mira que no hay árbitro que le quiera llevar la contraria al buen hombre. Siete veces le han sacado de la pista en inferioridad numérica. La UEFA debe tener manía al portugués. El alemán Stark sabía cuál era su papel en este contexto beligerante hacia todo lo que huela a Mou. "He sido designado porque se quejó Guardiola, luego debe ser bueno equivocarse en esa dirección". Así funcionan el Villarato en España y el Platinato más allá de los Pirineos. Si ayudas al Barça, te irá bien; si te equivocas en su contra, neverazo y jubilación anticipada. El tal Stark llegó al Bernabéu para atender las quejas de Guardiola ante la posible designación "de un portugués que pondrá muy contento a Mourinho". Tranquilo, Pep. El portugués ha sido liquidado en las listas de la UEFA, te han puesto un fan confeso de Messi y sólo faltó que el ínclito le pidiera un autógrafo al argentino en el mismo terreno de juego. Lo que me llama la atención de este sistema podrido es que no se cortan, dejan miguitas por el camino, sacan pecho cuando consuman el objetivo...

¿Dónde está Ovrebo?. El día que me retire de esta profesión (espero que sea lejano), dedicaré cada minuto de mi vida a investigar lo de Ovrebo. Mi compañero Javier Orive le entrevistó hace un par de meses y andaba por la playa de La Manga. Relajado, sonriente, feliz. Esto funciona así. El que se equivoca en la dirección 'correcta', termina en una playa paradisíaca, sin estrés, sin tormentos mentales, sin culparse de nada. Es lógico. Yo estoy en Walt Disney y si digo que Bambi me hace llorar acabaré de productor en Hollywood. Pero si afirmo que me aburre y que es una ñoñería, acabaré haciendo cine para minorías y vendiendo cartones en una esquina discreta de Sunset Boulevard. No hay consignas. No hace falta. Sólo saber lo que conviene. Y Ovrebo, Stark y compañía tienen un master en la materia. Si no hubiese sido periodista, mi madre me habría aconsejado ser árbitro en esta etapa. El Barça es un equipazo y Messi el mejor del mundo. Aquí queda escrito. Pero si yo fuera hincha culé, me mosquearía ganar con red. Exigiría arbitrajes sin estos excesos que afean el fútbol de un buen equipo que no pasará a la historia por culpa de gente como Villar, Platini y los que ríen la gracia a esta manera de entender la historia. Chavales como Iniesta, Xavi o el propio Messi no merecen quedar manchados por esa duda...

Puro teatro. El Madrid jugó un pimiento. Aquí lo digo también. Pero eso no legitima el cursillo de teatro gratuito que impartieron Alves (¿Dani, me enseñas el moratón invisible de la entrada de Pepe?), Pedro (Arbeloa no te tocó la cara y lo sabes) y Busquets. El fútbol debe ser honesto sin meternos en cuestiones estéticas. Se puede jugar mejor o peor (insisto, el Madrid no jugó a nada y Cristiano me decepcionó), pero no admito el engaño. Muy feo.

No me rindo. La cabeza me dice que esto está perdido y que "campana y se acabó", como decían Cicuta y los Súper Tacañones en el Un, dos tres cuando yo era un crío. Pero esto es el Madrid y no existe para este escudo una misión imposible. Me apoyan en ese espíritu irreductible los amigos Ramiro, José Luis y Jesús de Guadalajara, los peñistas de Nueva Cartaya (Manuel Roldán, va por usted), Vélez, San Fernando, Benavente, El Ferrari Blanco, Playa de Aro, Requena, Chelle, Carabaña, Alameda de Osuna, Tívoli, La Clásica, Sacedón, Paco León y su voz única, el amigo Eugenio y Sardi de Parla. El Madrid está vivo. Ánimo.