Liga BBVA | Zaragoza 4 - Valencia 0
Atracón de fútbol y goles
El Zaragoza entierra a un Valencia moribundo. Jarosik abrió la cuenta, Ander hizo un golazo. Gabi redondeó de penalti. El descenso, a cuatro puntos
El Zaragoza se llevó por delante a un Valencia indolente, que caminó por La Romareda arrastrando los pies y no alcanzó nunca a descifrar ni el mayor deseo ni el fútbol combinatorio que el equipo de Javier Aguirre tejió desde su primacía en el medio campo. El equipo de Emery se presentó en el choque con el interés mínimo de llenar el acta o comparecer sobre el césped. Cuando quiso rehacerse, no encontró forma. Su palidez constituye el primer o el último síntoma del síndrome de Gelsenkirchen, una incomodidad con la que habrá de manejarse en lo que queda de Liga. Frente a la impresión de equipo amortizado del Valencia, el Zaragoza tenía sangre en el ojo. Pero no en el sentido viril o desaforado, sino en el conocimiento de lo que estaba en juego. Y en la conversión de esa necesidad en armonía de juego: en la primera parte ganaba 2-0. Acabó metiendo cuatro, un festín desconocido en un año de desesperación.
Todas las suposiciones de la previa, tan a menudo inconsistentes, quedaron confirmadas esta vez. El Valencia no ha vuelto de la Champions. Mientras, el Zaragoza edifica su esperanza con un tanto de fútbol, dos pizcas de inquebrantable convicción y, desde ayer, el refuerzo de una grada enardecida. Hasta goles se le caen ahora del bolsillo. Todos esos factores, ordenados en la misma dirección, le permitieron ir ganando a los cinco minutos, un gol de Jarosik tras una falta que retrató la desidia del Valencia. Pudo ser fuera de juego por un brazo del checo, que acudió a una falta combada hacia dentro de Paredes. Difícil de ver, pero cierto. Más cierto aún fue que ni Ricardo Costa siguió a su hombre, ni Mathieu cerró el segundo palo, ni compitió arriba Topal con el checo. El Valencia quedó pronto a la intemperie. Emery había procurado cinco cambios con el fin de amortiguar la caída física de su equipo, pero se encontró con un cansancio mental que devino en bloqueo. El derrumbe general lo obligó a redefinir por plazos su once: en media hora quitó a Ricardo Costa, para retrasar a Topal y meter a Banega en el medio; a la hora de partido deshizo la banda izquierda, donde había avanzado a Mathieu por delante de Jordi Alba, para apelar a la amenaza que pudiese inspirar Mata.
Gol pillo. Era en esas zonas en las que el Zaragoza construía su superioridad, robaba balones, encontraba a la segunda línea a la espalda de los pivotes valencianistas y lanzaba a Uche. El nigeriano extrañó una puntita más de velocidad para haber logrado el segundo en una escapada o en un pase cruzado de rastrón de Bertolo, pero su juego a los espacios y su presencia de espaldas multiplican las opciones del Zaragoza. Con él arriba, el equipo tiene otro tono. Braulio entraría a la hora de encuentro en su relevo. Pero el 2-0 lo firmaría Ander, en el minuto 40. Un gol de fútbol callejero, con sotana a Guaita, que quedó rodilla en tierra. Antes, Jasikevicius se había quedado mirando el estupendo desmarque en diagonal del zaragocista, como el que mira llover. Va a caer una buena, hubiera cantado Dylan. En la cabeza de Emery, a esa hora, tronaba.
No sirvió nada de lo que hizo. Demasiados indicios para especular con lo peor: Alemania, su rueda de prensa del viernes, el 4-0 de ayer... Fue cuatro porque, mientras el Valencia se buscaba y el Zaragoza se ponía cínico dando un paso atrás, sobrevino la ruina visitante en forma familiar: dos penaltis y una expulsión. En el primero, Bertolo entró en el área en pugna con Stankevicius, ambos se bracearon mutuamente pero el defensa interrumpió la carrera de Bertolo y González González pitó y mandó al lituano a la ducha. Gabi esperó la caída a su izquierda de Guaita y dejó el balón en el otro lado. Diez minutos después, Braulio enredó sus pies en los de Albelda, que cerraba su llegada contra el portero. Penalti de delantero perro, injusto con el valencianista. Gabi, implacable, puso el cuarto. El Zaragoza, ayer, no conocía el perdón.
El detalle: Galletti hizo el saque de honor
El héroe de Montjuïc, Luciano Martín Galletti, recibió el cerrado aplauso de La Romareda cerca del séptimo aniversario de su gol, que ganó una Copa del Rey frente al Madrid. El Hueso firmó ejemplares de su biografía recién publicad en la tienda del club, antes del partido, y vio el choque en el palco.