Europa League | Oporto 0 - Sevilla 1
Las victorias morales no existen
El Sevilla roza el milagro pero cae en Oporto. La roja a Alexis dificultó el 0-2. El fin de ciclo, a debate
La palabra de José María del Nido es Biblia en el Sevilla. "Nos dejaremos hasta la última gota de sangre", le dijo a los periodistas antes de subir al avión con destino a Oporto. Ayer, en el hotel Sheraton, se metió en una sala con los jugadores. Una arenga de las de antes. Una arenga de fe. Y salió un partido grande, emotivo, de corazones fuertes, de los que enaltecen este deporte irrepetible. Lágrimas para el Sevilla, que se va de la Europa League lejísimos del que había sido su hábitat natural durante años, las finales. El adiós tiene una interpretación bipolar. La optimista es la que intuye una reconstrucción sobre las cenizas del equipo de los títulos. La pesimista ve en el partido de ayer los últimos coletazos de un gigante sin relevo.
El 0-1 que mantuvo mudo e inmóvil hasta el final el estadio Do Dragao sólo representó una victoria moral para el Sevilla, que necesitaba levantar el 1-2 que se trajo del Pizjuán. Y fue imposible aunque al guión del partido se puso de un inequívoco color de final de Hollywood..., épico y feliz. Después de ser zarandeado por el Oporto y de ser sostenido por Javi Varas, con el disfraz de héroe que Palop llevó tantas veces, el Sevilla se encontró con un minuto mágico, el 70. Negredo le envió por correo certificado un balón de gol espectacular a Luis Fabiano, que gritó el 0-1 con rabia y un gesto que levantó a los mil guardianes de Nervión que fueron a la boca del dragón. Luego al lateral Pereira se le fue la cabeza y se tiró con los dos pies por delante contra Medel. Howard Webb recordó que con la barbaridad de De Jong ya era suficiente para su expediente y expulsó al portista. Así que un instante después de estar enterrado, al Sevilla se le abrió un cielo azul. Un escenario inesperado en el que se intuía una remontada que hubiera sido gloriosa y hubiese entrado en los libros de historia del Sevilla y del fútbol español. Nunca se había remontado un 1-2. El Oporto no daba crédito. Dominó el balón, presionó bien, se desplegó con velocidad y enseñó a sus figuras. Belluschi, excelente, no alcanzó el gol de milagro. Y Hulk fue una pesadilla... Pero 71 minutos después, estaba contra las cuerdas. Era difícil de creer.
Sin embargo, al Sevilla la superioridad le duró un periquete. Alexis, que tenía que haber visto la segunda amarilla 50 minutos antes, fue expulsado por una descarada falta sobre el increíble Hulk, un futbolista de categoría. Alexis se retrató ayer. Una pena para un futbolista que apuntó a mejor central del país y que se ha abandonado hasta estos lamentables extremos. Su carrera en el Sevilla, con el que acaba de firmar un contrato largo, se antoja difícil.
Aun así, diez contra diez, el Sevilla se lanzó a tumba abierta, con épica, y jugó quince minutos con cinco o seis jugadores en el área del Oporto. Fazio (imperial este aún proyecto de gran futbolista al que tienen amargado las lesiones) fue capaz de llevar el balón de área a área. Negredo (al que en la primera parte Otamendi hizo uno de esos penaltis claros que nunca se pitan) y Navas se entendieron, Luis Fabiano hizo slaloms increíbles, Kanouté organizó desde el centro y Perotti..., Perotti no llegó a un balón de Navas que hubiese sido la gloria. Varas alargó la agonía con sus paradas imposibles hasta el minuto 94. Cinco segundos antes, Howard Webb marcó con su silbato el adiós del Sevilla a Europa...
Fuera de la Copa (ahí aprobó), de los 16 mejores de la Segunda europea y con un tránsito tormentoso por la Liga, al Sevilla le queda ahora jugar a discutir sobre el fin de un ciclo. Sólo hay una cosa evidente. Quiénes mejor para reconstruirlo que los autores del mejor de Sevilla de siempre.
El deltalle: más de mil sevillistas
El sevillismo no dejó solo a su equipo en la cita clave del estadio de Do Dragao. Y pese a la derrota, ovacionaron a los de Manzano al final del partido.