Antes de las emociones fuertes y la histeria que le esperan en las semifinales ante el Madrid, el Sevilla tuvo ayer una tarde de balneario. Ayudado por la alarmante debilidad del Levante, que proclama a gritos su candidatura al descenso, resolvió el trámite en un cuarto de hora y reservó energías para el partido del año, la primera vez de Mourinho en el Pizjuán. La defensa más difícil del título.

El partido le sirvió también al Sevilla para dar el alta a Luis Fabiano, que médicamente estaba para jugar pero llevaba tiempo como ausente, lejos de los titulares por sus goles y sólo en ellos porque sigue envuelto en mil rumores de traspaso. Como siempre. Y, casi como siempre, O Fabuloso respondió con goles. Sus celebraciones, algo displicentes, son la mejor señal de que algo no encaja en el presente de Luis Fabiano en el Sevilla. Serio cuando marcó un golazo después del centro de Navas, hierático después de transformar el penalti del 3-0, el brasileño quiso explicar públicamente que no está cómodo. No se ve titular indiscutible y eso no entra en sus mecanismos mentales. Eso sí, tiene un talento extraordinario y el don de gol. Manzano no debería despreciarlo, especialmente ahora que le llega el desafío de la temporada. El problema es cómo encontrarle espacio. Negredo vive sus mejores días de la temporada. Ayer trabajó para Luis Fabiano y para todos. Y Kanouté es intocable...

Pero mientras le llega el momento de tomar decisiones, Manzano juega con los sistemas. Después del brillante experimento de los tres centrales, ayer el Sevilla regresó a la ortodoxia, el 4-4-2. Y sin resultar perfecto porque hubo desajustes, le dio para vivir tranquilo. Sergio Sánchez volvió a ser titular. No tuvo trabajo pero desde luego no da la impresión de que se le haya olvidado jugar. La vuelta al sistema de siempre trajo el regreso de Navas y Perotti, preocupantemente grises. El caso de Navas se justifica en su lesión. Habrá que esperar que recupere la confianza y la chispa. E incluso en los últimos minutos pareció recuperar sensaciones. Las actuaciones sin brillo del argentino empiezan a no ser noticia. Tal vez Perotti deba reinventarse.

El Levante estuvo para llorar. Pedro Rostoll, el segundo de Luis García, se vio superado por el panorama. En el vestuario le llaman cariñosamente Menotti, pero ni El Flaco hubiese solucionado ayer los males del Levante, blando en defensa y romo en ataque, dirían los clásicos. No hubo ni rastro del equipo ordenado, esforzado y solidario que ha caminado con tanta dignidad por la Primera División en la primera vuelta. Ayer pareció un fantasma y bajó los brazos demasiado pronto. Sólo se animó un rato después del gol de Xisco. Demasiado poco para preocupar a un Sevilla que por entonces ya estaba pensando en la Copa y que cuando se vio un poco apurado tiró de Luis Fabiano, que abrió y sentenció el partido con dos goles de crack. El primero con un cabezazo espectacular marca de la casa y el segundo con un derechazo que ajustó exactamente donde quiso.

Nervión dedicó los últimos viente minutos a preparar la cita del miércoles, la más importante de la temporada para un equipo que ha perdido demasiadas jornadas y que por un tiempo dejó que el Sánchez Pizjuán se convirtiese en un regalo para los rivales. Sin que sus cifras sean maravillosas, Manzano parece haber recuperado el pulso de la plantilla justo a tiempo. Incluso descubrió una sonrisa en Luis Fabiano cuando completó su hattrick.

Reapareció Fazio, creció Sergio Sánchez y se reservó Kanouté, que también forzó la quinta cartulina amarilla para dedicarse explusivamente a los dos partidos de Copa. El Sevilla terminó repartiendo octavillas con mensaje explícito para Mourinho y enseñó un vídeo a su gente con sus jugadores con pinturas de guerra. El Sevilla, de momento, se asegura recibir a un Madrid picado, pero es lo que quería. Nunca se ha arrugado en las grandes citas y no lo hará esta vez. El campeón está preparado.

Fazio regresa cuatro meses después

La tarde fue completa para el Sevilla, que se encontró con una grata noticia: el regreso de Federico Fazio después de cuatro meses de ausencia. Los problemas en los tobillos del argentino no le habían permitido incorporarse antes. Falta saber si será capaz de aguantar y no volver a recaer.