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Sneijder

"Sí, salía mucho. Pero un día me levantéy me dije: ¿Wesley, qué estás haciendo?"

No había dado ninguna explicación desde que salió del Madrid. Luego fue el triunfador de la temporada del triplete con el Inter. Ahora, lo cuenta todo con el corazón en la mano.

Sneijder
rafa aparicio

¿Por qué se merece el Balón de Oro?

El año pasado gané el triplete y llegué a la final del Mundial, en el que marqué cinco goles. Está al alcance de muy pocos. La pasada temporada nadie lo hizo.

¿Qué opina del trofeo?

No sé cómo piensan quienes lo conceden. La gente me dice: "Te lo mereces, te lo mereces". Me lo dicen en Holanda, en Milán, en Madrid... Este año el sistema es nuevo porque han unificado el FIFA y el Balón de Oro. Ganar el primero sería bonito.

¿Y Xavi e Iniesta?

Son dos grandes jugadores. ¿Qué puedo decir? Nada Hay mucha calidad en sus botas.

¿Si usted no estuviera en la batalla, ¿a quién se lo daría?

A mi paisano Robben (risas).

Su primer año en el Inter fue pletórico: ¿cómo se sobrepuso a la rigidez del Calcio?

Fue mental. Mi primer año en Madrid fue muy bueno, el segundo no tanto por unos problemas privados. Cuando salí, sentía que no lo había hecho todo. Quería más. Lo sentí por los fans, por la prensa, por mis compañeros. Cuando me vi en el Inter no paraba de pensar: "Fue un año horroroso, pero no quiero seguir así. Quiero enseñar a todo el mundo de lo que soy capaz".

¿Cuestión de mentalidad?

También Mourinho me dio confianza. Llegué un jueves y el sábado, en el derbi, me puso como titular y ganamos 4-0.

¿Qué hace de Mourinho una persona tan especial?

Algo psicológico. Él sabe perfectamente cómo se siente un jugador. Yo le contaba cosas y él sabía lo que yo pensaba. El diálogo era muy directo. A veces me decía: "Necesitas tres días de descanso, quédate en casa".

¿Cómo fue en realidad su salida del Real Madrid?

¡Una locura! El momento más difícil fue cuando me obligaron a entrenar en un campo aparte. Me sentía en una cárcel. Pero lo acepté y me fui, aunque con dolor. Ya no existe más ese dolor. El Inter me ha hecho olvidar...

¿Quién le defraudó más?

Yo estaba muy bien con Pellegrini. Creo que él quería que siguiera. El problema era Valdano y Pérez, y más aún Valdano. Pero bueno, la vida es así.

¿Qué piensa de Valdano?

Nada, nada Si le veo le saludaré sin problemas. No pasa nada porque la vida es así, vienes y te vas. Pero la manera en que todo sucedió...

¿Por qué bajo tanto su rendimiento el segundo año?

Para empezar, estuve tres meses lesionado. Luego tuve problemas con mi ex mujer. No me dejaba ver a mi hijo, y para mí todo era muy complicado. Nadie en el club me tendió la mano.

¿Le molestó que se dijera que salía mucho por las noches?

Sinceramente no, porque era la verdad. Salía mucho de fiesta, lo sé. Y llegó un momento al final del año en que me levanté una mañana y pensé: "Wesley, ¿qué estás haciendo? Tienes calidad, estás en el mejor club del mundo ¡Qué estás haciendo!". Y entonces, todo se acabó.

¿Estaba aún en el Madrid?

Sí, sí Las tres últimas semanas volví a mejorar mi nivel.

¿Cómo se metió en esa espiral? ¿Lo ha pensado?

No voy a mentir. Estaba casi siempre de fiesta... Cuando estás solo en casa y tienes tantas cosas feas en las que pensar, necesitas una vía de escape. ¿Qué podía hacer? Después me ayudó mucho la que ahora es mi mujer. Hablábamos mucho...

Me han dicho que hasta se bautizó para poder casarse con ella, y que fue a clases de catecismo para poder hacerlo.

También ocurre que cuando estás en un momento muy duro te da por pensar muchas cosas. No sé, ¿usted tiene hijos?

Aún no.

Bueno, cualquiera que los tenga entenderá el dolor que produce no verlos. Yo nunca fui religioso ni tuve relación con Dios. Pero pensaba: "¡Vaya, no hay algo más que me pueda ayudar!". Mi mujer, con la que hablaba mucho, me convenció.

Y volvió a ser el de siempre ¿Se planteó su vuelta al Madrid cuando fichó Mourinho?

No, porque yo no quería.

¿Pero, se planteó?

Un poquito sí se habló.

¿Y no quería?

No. Era muy complicado a pesar de que todavía siento algo, pero con la gente que todavía está ahí arriba...

¿No quiere nada con Florentino y Valdano?

¡Nada!

Cambiemos de tema. ¿Queda algo de aquel niño de Utrecht?

Todo el mundo en la familia andaban locos con el fútbol. Mi hermano Jeffrey ya jugaba en los juveniles del Ajax cuando yo tenía menos de 10 años. Y ahora lo hace mi hermano pequeño. Y ese era mi sueño. Y cuando tengo un sueño, amigo, hago todo lo posible por conseguirlo.

¿A qué se refiere?

Con 12, ya en el Ajax, recuerdo que se veía el estadio desde donde entrenábamos. Lo miraba y me decía: "Allí triunfaré". Y me esforcé. Mientras mis amigos, con 15 o 16 años, andaban de Copas y con chicas, yo me privé de todo eso. He visto a muchos con más calidad que yo que se quedaron en el camino. Yo sé cómo se recorre ese camino y ahora podré decírselo a mi hijo.

¿Fue un empeño de su padre que sus tres hijos fueran jugadores del Ajax?

¡Nunca! Mi padre construía piscinas por el mundo. Todo fue difícil para él. Vivíamos en Utrech, que está a 35 kilómetros de los campos del Ajax, y mi padre venía todos los días a por nosotros y cenaba en el coche.

¿Allí aprendió a pegarle con las dos piernas?

Sí, desde que llegué, con ocho o nueve años.

¿Qué cosas hacían?

Me dieron como una especie de cinturón, con una cuerda que al final tenía una pelota metida en una red. Yo tenía que estar todo el tiempo posible dando toques con la pierna mala, que era la izquierda. También nos ponían a dar pelotazos a una pared. Y el viernes, el profesor nos hacía un examen en el gimnasio.

Tiene usted cara de universitario y de niño bueno. ¿Hay algo de verdad en eso?

Más bien no... ¡Soy un chico de la calle!

¿Qué quiere decir con eso?

En Madrid no hay ningún barrio parecido al que yo crecí: Ondiep. Estaba todo el día en la calle, y era una zona bastante peligrosa, la policía solía intervenir, y aquello me hizo fuerte.

¿De qué manera?

Porque siempre jugaba con chicos mayores que yo. Cuando llegaba del colegio me plantaba en la cancha. Yo vivía enfrente. Empezábamos a las tres y nos daban las tantas. Mi madre se asomaba a la ventana y gritaba: "¡A cenar!". Mi hermano y yo nos mirábamos y decíamos "Una hora más". Al llegar, la comida siempre estaba en la nevera. Así era un día tras otro. Hoy, puedo decir que me siento orgulloso de lo que soy...