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Europa League | Karpaty 0 - Sevilla 1

Kanouté sigue siendo el rey

Su gol en Lviv hace al Sevilla segundo del grupo J. Los de Manzano, más prácticos que brillantes. Konko hizo de Navas. El Karpaty, arcaico y frágil.

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<b>NUNCA FALLA. </b>Kanouté, autor del único tanto, y Khudobyak pelean por el balón.
NUNCA FALLA. Kanouté, autor del único tanto, y Khudobyak pelean por el balón.

Un león gigante preside el escudo del Karpaty Lviv pero los jugadores del Karpaty fueron ayer todo menos fieras. O eso o los domó con maestría el Sevilla, que en el congelador del Ukrayna Stadion se cocinó una victoria que podría decirse que fue casi cómoda. A cero grados, con un estadio lleno y con el precedente del Borussia Dortmund, que sudó sangre para ganar en Ucrania, el Sevilla se preparó para un partido en unas condiciones durísimas y bajo máxima presión porque estaba obligado a ganar. Y como en Dortmund, como tantas otras veces, respondió a la exigencia con un trabajo muy profesional.

El Karpaty, un equipo cándido y con unos conceptos defensivos más que arcaicos, fue demasiado poco para el Sevilla, que no estuvo brillante pero sí sobrio. A eso ayudó la alineación de Manzano, que preocupado por las facilidades que habían dado en El Molinón decidió blindar al equipo. Cambió el doble pivote (Zokora y Cigarini por Renato y Romaric) y decidió innovar. Lesionado Navas, Manzano colocó como interior derecho a Konko, que hizo buenas migas con Dabo y lideró el ataque del Sevilla. Con el mecanismo de defensa asegurado, bastó con esperar la oportunidad y tirar del laboratorio.

El Karpaty descubrió sus debilidades a balón parado en el minuto ocho, cuando Escudé remató nítidamente al larguero de cabeza. Lo siguiente fue el gol, en el que Escudé acudió andando hacia el primer palo. Marcó la jugada y nadie del Karpaty le acompañó. El Sevilla agradeció el regalo y el francés prolongó. Kanouté, viejo zorro, ocupó el espacio libre. Otro gol europeo de Kanouté, que tiene un libro de fútbol en los piernas y ha hecho de oro al Sevilla.

Pero como otras veces en territorio europeo, el Sevilla sesteó un buen rato en vez de terminar de desmontar al fragilísimo grupo ucraniano, mal dirigido y sin jugadores de talento. Su mejor valor, por supuesto, su afición, enloquecida, que regala todo a cambio de nada y se siente afortunada por vivir la Europa League. Así que a base de rugidos y alguna bengala, los verdiblancos se vieron obligados a empujar. Por un momento, rondó el fantasma del empate, que hubiese dejado al Sevilla al bordel del abismo. Preocupado, Manzano miró al banquillo y encontró a Romaric para retomar el control del partido y a Luis Fabiano para matar.

Tan arcaico como en defensa, el recurso del Karpaty fueron los balonazos. Al menos en la segunda parte encontró un amigo en Kuznetsov, sustituto del negado Zenjov. Eso y algunos detalles de su cerebro, Khudobyak, fueron los argumentos de un equipo limitadísimo que al menos mostró orgullo. El final fue un tormento para el Sevilla porque lo vivió con desasosiego. Fue la imagen de un equipo que no tiene confianza. Tan mediocre fue la segunda parte del Sevilla que dio gracias cuando el holandés Nijhuis pitó al final. Incluso con un jugador menos por la expulsión de Checher, los de Manzano se metieron en el búnker (estupendo Cáceres), no sentenciaron después de una ocasión lastimosamente desperdiciada por Luis Fabiano (misteriosamente desconectado) y permitieron un golpe franco de Avelar que salvó Palop.

Navarro levantó los brazos cuando escuchó el pitido final porque el Sevilla, por más que sea con lo justo, ha volteado su horizonte en la Europa League. Ya es segundo de grupo y puede decir que depende de sí mismo. Porque en Europa, sea en el templo del Westfalen o en la caldera a cero grados de Lviv, ganar fuera es un tesoro. Y nada fácil. Pero Manzano tiene trabajo, le ir a la esencia y explorar los fantasmas de un equipo que está para mucho más que sobrevivir y dar gracias.

Lviv despidió con honores a sus héroes. El Karpaty está virtualmente fuera de la competición pero la ciudad de los leones no olvida que Europa es un regalo. El Sevilla regresa vivo del telón de acero satisfecho. Al menos puede decir que no se le paró el reloj.