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Paraguay 0 - España 1 | La contracrónica

¡VIVA ES-PA-ÑA!

España, gracias por existir. La última media hora reactivó la ilusión de un país entero que está preparado para vivir la mayor alegría social de toda su historia. El gol agónico de Villa y el penalti parado por Casillas quedarán en nuestras memorias...

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¡VIVA ES-PA-ÑA!

¡Yo soy español, español!. Abuelos, padres, madres, hijos y nietos de España. Abran los balcones de sus casas y griten al mundo entero nuestra alegría, esbozada con lágrimas en rojo y gualda. Sí, nosotros, los que crecimos entre los turbios recuerdos del no gol de Cardeñosa, el de Salinas o el fallo de Zubi ante Nigeria, estamos aquí para cantar a los cuatro vientos la buena nueva: "¡Estamos en semifinales de un Mundial!". Lo de Viena no fue un espejismo. Fue la semilla de la victoria prometida, fue la profecía soñada de lo que nos esperaba a partir de ese momento. El impredecible Jabulani se ha enamorado de La Roja y ahí estamos, formando parte del G-4 del planeta fútbol. El Brasil de Kaká y la Argentina de Messi verán por televisión cómo la gran favorita para levantar la Copa de ORO se ha plantado en la pole position de una recta final apasionante. Mi padre cumplió 16 años y un día en la tarde mágica del gol de Zarra a Inglaterra (2-7-1950). Me confesó antes de arrancar la cita mágica de Sudáfrica que quizás se iría de este mundo sin ver tan cerca de la gloria a nuestra Selección. Papá, tranquilo, que esta España os ha esperado a los de vuestra generación, a los de la mía y a los que ya anoche llenaban las calles y plazuelas de la piel de toro con sus cánticos orgullosos por pertenecer a la mejor reunión de talentos de la historia con DNI español. Toñín el Torero debería coger su capote y volar al país de Mandela para suplir al entrañable Manolo el del Bombo. ¡Vamos!

Iker, a tus pies. Paraguay se empeñó en que su musa, Larissa Riquelme, se desnudase. Lo había prometido en caso de triunfo de los guaraníes y mira que estuvimos cerca de ver consumado el destape. Pero nuestra Selección no está para concesiones. Pese a tener una caraja dolorosa durante casi una hora de ofuscación y descontrol táctico, la terapéutica sustitución de Torres y la aparición milagrosa de Cesc nos permitió ver la España prometida. Toque, pasión y posesión. Pero en mitad del paraíso, a Piqué se le cruzó un cable y les concedimos un penalti que sancionó el amigo Batres. Cardozo nos iba a apuñalar el corazón. Pero en la portería estaba él. Don Iker Casillas Fernández, declarado desde la noche de ayer Patrimonio Nacional. No sólo enganchó al Jabulani diabólico. Lo amarró entre sus manos fabricadas en los campos de tierra de Móstoles. Su parada fue la parada de 47 millones de corazones. Casillas no es un portero. Es nuestra conciencia. Es nuestra bandera. Su brazalete es nuestro escudo, empuñado con una fe inquebrantable. Ese penalti es el penalti que abre la autovía de la foto soñada. Iker, como levantes la Copa el 11 de julio en Johannesburgo aprenderé escultura para hacerte una estatua. Hasta mi pequeño Marcos me emocionó al llamarme por teléfono desde Gandía para decirme, con su camiseta de España enfundada en su cuerpecito: "Papi, Casillas es el mejor". Dios te salve Iker.

Moraleja. Los alemanes son muy buenos, pero no saben lo que les espera. La nueva España guarda las raíces de siempre (heroico Sergio Ramos, tu sangre y tu vendaje rescataron al patriota Camacho y a esos jabatos que nos hacen amar ser ciudadanos made in Spain) y el nuevo espíritu de Xavi, Xabi (crack, olvídate, que lo del penalti es una anécdota), Iniesta, Cesc y Villa Maravilla. Guaje, eres la caña, chaval. Serás el pichichi y el héroe de este sueño. Rey David, te quiero.

Espíritu Labi. Ahí ven en la foto inferior a Kiko, Santi, Joaquín, Casquero, Juanito, Campano, Portillo, Curro Torres y Maldonado junto a Labi Champions en su casa de Ibiza. ¿Saben lo que gritaron? "¡Viva España!". Qué noche. Amo la vida...