Mundial 2010 | Grupo G | Corea del Norte-Costa de Marfil
Los de Drogba se aferran a un milagro ante Corea del Norte
Costa de Marfil necesita golear a los asiáticos, que ansían despedirse con un lavado de imagen
A estas alturas del Mundial soñar con un milagro está muy bien. Da moral a quienes lo ansían y mantiene el suspense hasta el final. Pero si el milagro lleva implícito que Costa de Marfil golee a Corea del Norte, que aún se está lamiendo las heridas del 7-0 encajado ante Portugal, el asunto se complica considerablemente. Los elefantes, encabezados por su líder, Didier Drogba, necesitan algo más que un milagro para clasificarse para octavos porque, además, debería darse la circunstancia de que Portugal cayera ante Brasil y perdiera su colchón de nueve goles de diferencia sobre Costa de Marfil.
Los africanos se encontrarán delante a una selección que ansía lavar su imagen, tras la humillación de haber encajado ante el equipo de Cristiano Ronaldo una de las mayores goleadas de la historia de los Mundiales. Corea del Norte, además, soporta otra vejación, ver cómo Corea del Sur, su eterno enemigo y rival, sí estará en los octavos de final. Para Corea del Norte, que hoy se despide del Mundial, su partido ante Costa de Marfil se ha convertido en un asunto de honor, de Estado. Más aún en una selección donde nadie destaca especialmente y donde, como si de un ejército se tratase, todos trabajan de forma entregada y disciplinada.
Goleada al margen, el equipo asiático tiene fama de equipo ultradefensivo. Prueba de ello, es que su único gol lo marcó un defensa, Ji Yun-Nam y sus contadas ocasiones de cara a la portería las concentra en los contragolpes. Su fallo más terrible es que abren muchos huecos. La tripleta marfileña compuesta por Kalou, Drogba y Dindane rezan para encontrar esos huecos. Para todo lo demás, lo mejor es encomendarse a Santa Rita, patrona de los imposibles.