Los 23 de España | El análisis de Carlos Marchena
El blindaje de la Roja
Si hay que imponer autoridad, que no falten recursos. Carlos Marchena está atento a las órdenes de Del Bosque para blindar nuestro tiqui-taca. Ya sea de central o de pivote defensivo, no se arrugará nunca. Un pánzer con raíz intelectual.
Detrás de ese corpachón de 1,85 y de esa dureza que exhibe en su fútbol, hay un tipo educado, correcto, formado, digamos que de perfil intelectual. Carlos Marchena tiene dos caras: la profesional, donde no cede un metro al delantero rival y la personal, que cultiva con exquisitez, solidaridad y buenas maneras. A Del Bosque le interesa Marchena en cuerpo y alma, entregado como lo hace en el Valencia con el brazalete de capitán, dispuesto para luchar con enemigos altos y fuertes en este Mundial de máxima exigencia.
Dice Marchena que Sabino Fernández Campos fue su ejemplo como persona equilibrada y reflexiva junto a nuestro Rey. Y de eso quiere ejercer en esta Selección. De consejero para los más jóvenes, concentrado, competitivo, guardián del tiqui-taca, al que no es ajeno a pesar de su complexión física.
De récord. Entre los méritos del sevillano no olvidemos que tiene el récord de victorias consecutivas con una selección (48). Es decir, trae buena onda su presencia en la Roja. Fue campeón del mundo sub-20 con Nigeria en aquella hornada de cracks, e hizo carrera en el Benfica cuando tuvo que abandonar el Sevilla para que el club hiciera caja. En Portugal maduró y en el Valencia superó un camino plagado de minas.
Marchena es expeditivo como central o como pivote defensivo. Va al choque, se anticipa, mete el pie, no se arruga nunca, sino todo lo contrario. Un futbolista de reparto que hace más brillantes a los 'genios bajitos'. Una pieza recurrente para Del Bosque cuando haya que guardar la ropa.