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LIGA BBVA | MALLORCA 1 - REAL MADRID 4

Cristiano es el Real Madrid

El portugués rescató al Real Madrid cuando peor estaba y con su ambición, su carácter y sus tres goles volvió a demostrar que es el alma de este equipo, que sobrevive gracias a esa ambición arrolladora y a las manos de Casillas, que volvió a ser el de antes, el de ese tiempo atrás que cerraba una puerta que nadie sabía abrir. Completó la goleada Higuaín. El Madrid no jugó bien, pero tuvo a Cristiano, un futbolista bestial, superlativo, el mejor heredero y continuador de la grandeza histórica de este club.

<b>UN FENÓMENO.</b> Cristiano volvió a ganar otro partido para el Real Madrid.
UN FENÓMENO. Cristiano volvió a ganar otro partido para el Real Madrid.REUTERS

Cristiano Ronaldo es el Real Madrid. Así de grande es este futbolista y así de pequeño es este equipo. El Madrid no jugó bien, pero tuvo a Cristiano, un futbolista bestial, superlativo, el mejor heredero y continuador de la grandeza histórica de este club. Todos los movimientos, toda la ambición, toda la calidad, todo el carácter que demuestra este jugador fabuloso en cada encuentro no hacen más que engrandecerle a él y reducir a la nada a algunos de sus compañeros, que parecen ausentes y desmotivados cuando se están jugando la Liga. Será porque están fuera de forma y estorban más que aportan, como Kaká; será porque quizá no dan para más y la titularidad del Madrid le viene grande, como Granero; será porque la presencia del gigante Cristiano no hace más que acrecentar sus limitaciones, como Higuaín, que se apuntó a la fiesta cuando ya lo había decidido todo el portugués; será porque juega debido a que los que hay detrás aportan menos, como Gago. Será por eso o no, pero lo cierto es que Cristiano se ha empeñado en ganar esta Liga y con su ambición, en la que le acompañan Ramos, Casillas o Xabi, está arrastrando a todo el vestuario. Con un hat-trick solucionó la visita del Madrid a Palma y mantuvo al conjunto de Manuel Pellegrini en la carrera por el campeonato.

Con Cristiano al lado no te puedes rendir, quedas en evidencia, y esa ambición está salvando a un Madrid al que se le vio plano, sin ideas y al que le pudo la ansiedad durante gran parte de la noche. Es un conjunto incapaz de ser regular durante un partido entero, de mandar, de llevar siempre la iniciativa, sufre contra equipos ordenados y que le cierran los espacios y tiene el pernicioso vicio de atacar por el centro y olvidarse de las bandas, pero en la Liga no necesita jugar bien para ganar. Sólo necesita llegar con el balón al borde del área y a ser posible dárselo a Cristiano.

Y es que todos los problemas los resolvió el portugués, con la colaboración especial de Casillas, que apareció para desactivar al menos tres ocasiones claras del Mallorca cuando peor pinta tenía el encuentro. Los que se detienen en su aspecto, en esa apariencia chulesca con la que marca distancias fuera del campo, se olvidan del enorme futbolista que hay detrás. Es el futbolista total, que te mata por arriba y por abajo, con espacios y llegando desde atrás, un fenómeno tirando faltas y uno de los mejores cabeceadores que podemos ver. Es un genio. Disfrutemos de él.

El Real Madrid es dos equipos en uno. Uno letal, incisivo, ambicioso y desequilibrante en ataque; y otro nervioso, indeciso, despistado y ausente en defensa. Así se ha presentado en el tramo decisivo para jugarse la Liga, partido en dos, pero con dos elementos fabulosos que le sostienen cuando va cuesta abajo y sin frenos directo al precipicio. Los mencionados Casillas y, sobre todo, Cristiano.

Comenzó muy mal el partido el Madrid, desactivado, sin tensión, superado ampliamente por un Mallorca que se jugaba la Champions, pero al que el depósito se le vació por completo en la segunda parte. Mientras le duró el aire creó muchos problemas, favorecido por la indolencia visitante, que se acabó al cuarto de hora, cuando Aduriz marcó para el Mallorca. Antes se le había anulado un gol al Chori Castro por un ajustado fuera de juego y Casillas se lució a un tiro de Borja Valero.

El Madrid había quedado reducido a dos tiros de Cristiano hasta que a los 25 minutos surgió Higuaín para fallar un mano a mano contra Aouate. Había espabilado ya el Madrid y terminó de desperezarse por completo apenas un minuto después, cuando Cristiano equilibró el resultado. El portugués no perdonó. Aprovechó un magnífico pase cruzado de Ramos y las dudas de Nunes y Aouate para dejar la primera de sus tres firmas en Palma.

El panorama había cambiado, pero antes del descanso todavía tuvo que aparecer un par de veces Casillas para desviar los remates de Castro y Aduriz, en lo que fueron las dos últimas grandes ocasiones del Mallorca en el resto de la noche.

Después de pasar por los vestuarios no hubo más equipo en el campo que el Madrid, dueño total de la situación, aunque no del juego. No le hace falta. El Mallorca, agotado, desapareció y el desconcierto en el que cayó el equipo de Manzano invadió también al árbitro, Clos Gómez, que no pitó un claro penalti de Rubén a Granero. Un error que repitió mucho después, cuando tampoco vio el derribo de Josemi a Cristiano.

Pero en ese punto ya estaba todo decidido y de ello se había encargado Cristiano. Marcó el segundo a los 57 minutos, después de otro magnífico pase de Ramos, y el tercero un cuarto de hora después. Se había retirado ya Kaká para que entrara Guti y el desaparecido Granero dejó su sitio después a Diarra. Aire para mantener la distancia, una distancia que amplió Higuaín, en lo poco decente que dejó en toda la noche, con una bonita vaselina.

Decidió entonces Pellegrini retirar a Cristiano para que entrara Benzema. La señal de que daba por cerrado el partido.