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Una ciudad para seguir en Primera

La vida es cíclica, el fútbol también. Tendemos a repetir errores y a contagiarnos por cómo sople el viento. Como la gente la tome con alguien, que se prepare. Pero como caiga en gracia, lo tiene todo ganado. En Valladolid lo hemos comprobado bien y en poco tiempo. Los mismos que insultaban o silbaban a determinados jugadores del equipo son esos mismos que ahora animan y aplauden a los mismos jugadores. Manucho podría llegar a afirmar haber visto al mismo individuo acordándose de su madre cuando el Villarreal ganó en Zorrilla y corear su nombre cuando se le ganó al Sevilla. Es la vida, la condición humana... es el fútbol.

Han llegado los buenos resultados y ya nadie, afortunadamente, se acuerda de lo malo. Clemente es un fenómeno y será un ídolo si el equipo se queda en Primera. Los jugadores tienen todo el respaldo. A nadie le importa ahora si tres futbolistas han salido determinada noche o no. Lo único que importa es que juegan bien y ganan. Es el resultadismo llevado a la máxima expresión. Porque el fútbol es para obtener resultados y porque todos somos resultadistas. Se compite para ganar y se trata de ganar como se puede, jugando bien o mal. Cuando se gana se logra el objetivo y cuando esto ocurre nada se discute.

Así que ahora estamos todos volcados con la plantilla y con los técnicos. Hemos comprendido, por fin, que por encima de los personalismos lo importante es que Valladolid logre mantener a su equipo entre los grandes. Nadie quiere bajar. Nos agarramos a lo que sea. El Valladolid tiene una ciudad entera detrás para empujar, para ayudar. Sin condiciones. Y esto durará hasta el final. Es una fuerza superior que puede inclinar la balanza. Ahora, los jugadores y Clemente no tienen excusa para fallar. Y no lo harán.