Raúl aguantó el dolor y con su gol superó a Di Stéfano

El calvario de Raúl empezó antes del descanso. Edmilson se cruzó con él en un balón dividido en la medular y la mala suerte quiso que el brasileño cayese sobre el tobillo derecho del capitán. La cara de dolor de Raúl no pasó inadvertida en el banquillo. No tenía nada que ver con la parameniscitis que le tuvo dos semanas parado. Era un fuerte esguince en su pierna mala. Aguantó hasta el descanso y en el vestuario habló con Pellegrini: "Míster, déjeme seguir hasta que ya no pueda más".

Heroico.

A Raúl se le juntaron todas las emociones imaginables. Estaba en La Romareda, su campo talismán, en el que su fútbol de rompe y rasga vino a este mundo el 29 de octubre de 1994. A la espera de saber qué pasará con su futuro en junio, la lesión le hizo temer lo peor. ¿Su último partido con el Madrid sin poder ayudar al equipo a ganar esta Liga? ¿No podría despedirse del Bernabéu como se merece esta leyenda viva del club?

Los que lo conocen bien en el club lo ratifican: "Raúl vivió un shock porque su genética ganadora le hizo sentir que su lesión podía perjudicar al equipo con la Liga en juego y por eso se rebeló y aguantó el dolor de forma heroica. Es para hacerle un monumento".

Y así fue. Se llevaban cuatro minutos de la segunda parte y el dolor le tenía literalmente cojo. Pidió el cambio, pero su instinto le llevó al área de Roberto. Cristiano profundizó, dio el pase de la muerte y ahí estaba Raúl para abrir el marcador con un gol muy especial. Su gol 228 en Liga. Atrás quedó Di Stéfano. En el banquillo, el dolor lo tuvo hundido, pero la victoria le supo a gloria. Al final se llevó el balón del partido. Un detalle significativo...