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Liga BBVA | Sporting 0 - Valladolid 2

Clemente pudo con Preciado

El Valladolid supo llevar el peso del partido, con cinco defensas. El Sporting, con El Molinón lleno, inquietó poco a Jacobo. Manucho y Keko, claves

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<b>SEGURO BAJO PALOS.</b>  Jacobo, en la imagen despejando de puños el balón ante Gregory y Barral, tuvo poco trabajo y el que tuvo, lo solventó sin mayores problemas.
SEGURO BAJO PALOS. Jacobo, en la imagen despejando de puños el balón ante Gregory y Barral, tuvo poco trabajo y el que tuvo, lo solventó sin mayores problemas.

El partido de las urgencias y las tensiones cayó del lado del Valladolid. El equipo de Clemente fue más inteligente, se adaptó mejor al guión y amilanó a un Sporting sin ideas, que sigue una trayectoria de caída libre, sin haber sido capaz de sacar rendimiento a una campo lleno, con una afición ejemplar, que esperaba alcanzar una clasificación más tranquila.

El planteamiento de ambos técnicos no fue el esperado. El 4-2-3-1 de Preciado se encontró con un 5-3-2 elástico de Clemente, con más reservas defensivas (Sereno, Nivaldo y Del Horno, como centrales, y Pedro López y Barragán, en los laterales, apoyados por Baraja y Pelé un poco más adelantados), pero sin olvidarse de su ataque, amparado en la movilidad de Diego Costa, escorado a la izquierda, y Manucho, a quienes se sumaba con menos intensidad Nauzet, pero siempre bien posicionados, cerrando todo tipo de espacios al rival y llevando el peso del encuentro.

Pese al dispositivo más conservador, el nerviosismo de los rojiblancos permitía que el Valladolid asumiera el peso del partido, sin pasar apuros a Jacobo. El primer cuarto de hora fue de los pucelanos, sin que faltaran los brotes de dureza, por la tensión que rodeaba al partido. Pérez Lasa dejaba jugar en exceso, lo que aumentaba la dosis de intensidad mal controlada, sobre todo por parte de los locales, que parecían más presionados.

Tardó en despertar el Sporting, y, cuando lo hizo, fue sin puntería, con imprecisiones y demasiado pasado de revoluciones. En este sentido, el Valladolid dosificaba mejor su paciencia, a la espera de alguna ocasión de remate.

Las aproximaciones rojiblancas carecían de confianza. Barral no encontraba el sitio, Diego Castro no tenía espacios para desbordar y encarar la portería defendida por Jacobo, De las Cuevas se excedía en individualismos y Luis Morán entraba poco en juego. Y todo esto, con un centro del campo en el que ni Lola ni Rivera aportaban más creatividad que pases al hueco, con poco sentido. El Valladolid, más tranquilo, esperaba la ocasión de Manucho o Diego Costa para ganar la posición.

En pocas ocasiones despertó el Sporting. Los de Preciado estaban maniatados y en el primer tiempo sólo ensayaron el disparo en dos ocasiones, con Diego Castro como protagonista, pero sin potencia en el remate final. El Valladolid sólo tuvo una con peligro, pero Nauzet estuvo demasiado lento en la ejecución final. Era un equipo tosco, pero perfectamente ordenado, ante un rival desdibujado por el buen posicionamiento pucelano.

En el segundo tiempo, el Valladolid mejoró. Pelé se adueñó del centro del campo, mientras que en los rojiblancos el serbio Lola iba a menos y Rivera no encontraba el apoyo para dar sentido al fútbol. Los brotes de nerviosismo empezaron a florecer en la defensa rojiblanca, lo que aprovechó Clemente para dar entrada al impetuoso Keko. Fue el que desequilibró el partido. Un centro suyo, tras ganar la posición a Lora, que había ocupado la vacante del lesionado Canella, fue cabeceado por Manucho, libre de marcaje.

Más desquiciamiento.

El tanto pucelano sirvió para enloquecer el partido en el bando rojiblanco. El equipo de Preciado terminó de desquiciarse frente a un rival ordenado e inteligente, al que incluso le vino bien la expulsión doble de Maldonado, que estuvo dos minutos en el campo, y Del Horno, al ver la segunda amarilla. Los gijoneses caían en su propia impotencia y acabaron el partido sin haber disparado ni una sola vez en la segunda parte entre los tres palos de la portería defendida por Jacobo.

En el tiempo añadido, el Valladolid redondeaba la alegría para sus casi 300 seguidores con un gol de Baraja, que aprovechó una indecisión defensiva, sin que Juan Pablo pudiera retener el balón en un centro lateral.

Con este resultado, el Sporting se mete en problemas y el Valladolid recorta diferencias para pensar en lo que ahora parece que no es tanto milagro. El dispositivo de Clemente resultó clave en un merecido triunfo vallisoletano.

Reencuentro de Clemente con Lola

El centrocampista serbio del Sporting saludó en los prolegómenos del encuentro a Javier Clemente, quien le hizo debutar con la absoluta de Serbia cuando el de Barakaldo era el seleccionador. El jugador, cedido por el Espanyol, guarda un "fenomenal recuerdo", como subrayó, del ahora técnico del Valladolid.